Los Fogones de Pistachulín

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Mey Mey

Resulta muy difícil intentar entender lo sucedido anoche, de hecho no tengo aún una explicación lógica. Desde el nefasto día del Shere Khan no había tenido una experiencia tan lamentable en un restaurante. La diferencia es que en aquella ocasión el restaurante estaba casi vacío mientras que anoche el Mey Mey estaba lleno hasta la bandera. La cosa empezó mal ya desde el principio, hasta veinticinco minutos tuvimos que esperar para que nos tomaran nota, y eso después de habernos quejado de la tardanza. Tuve tiempo de sobra para contemplar las evoluciones de los pececillos en el estanque. La carta era monstruosa, yo creo que había más de cien platos, numerados con un criterio extrañísimo, ya que saltaba del ochenta al trescientos uno, de ahí al quince y así...ante el desánimo y el desconcierto que supone tener que elegir entre tanto plato elegimos el menú degustación de seis platos, terrible error. En cuanto a la bebida, la oferta de cervezas quedaba reducida a San Miguel, Heineken y Tsingtao, no sabría decir cual me gusta menos ya que considero pésimas a las tres. Como aperitivo de la casa llegó esta cosa:


Si me preguntáis que es, no sabría deciros ya que el camarero que lo depositó encima de la mesa no se tomó la molestia de decirlo. Una especie de mazacote de masa rebozada, frita o refrita y ya fría y con algo de carne de algún animal terrestre, junto con una salsa avinagrada.

El primer plato eran unos Rollitos de pato



masa pesada y aceitosa, nada crujiente, e interior terriblemente insípido y rancio, todo ello bañado con una salsa pegajosa y amorfa. Se quedaron en el plato.

A continuación los Dim Sum al vapor variados:




Aquí ya sólo puedo calificarlos de repulsivos, la envoltura ya tenía una textura, sabor e incluso olor francamente desagradables. No aptos para el consumo humano.

A partir de aquí fueron saliendo en rápida sucesión el resto de platos, de los que muestro una panorámica general:



A la vista los platos ya parecen tan nefandos como después resultaron ser. El Pollo con ajos y habas de soja negra, muy salado, incomible, la Vieira con verduras salteadas, todo un derroche de sensibilidad poner una vieira troceada, o lo que fuese esa cosa insulsa, con trozos de pimiento verde y rojo fritos...la Ternera con salsa de naranja...un horror, carne malísima con una salsa pegajosa y amarga. Pero lo que se lleva la palma es el arroz en hoja de nenúfar, arroz pasado, revenido, con una especie de costra reseca en el exterior y con trocitos minúsculos de champiñón y granos de maíz, no recuerdo haber probado nunca un arroz tan impresentable, creo que hasta insalubre. Se necesita muy poca vergüenza para darle de comer esto a alguien, en cualquier restaurante chino de menú a seis euros comeréis mejor que con este menú de veintidós euros por persona. De acuerdo con mi costumbre, la opinión que estoy escribiendo aquí es la misma que expresé en el restaurante cuando pagué la cuenta apresuradamente, sin haber comido prácticamente nada, y me dirigí a mi casa a cenar algo, con un más que comprensible mal humor.

Y ahora viene la pregunta crucial, ¿cómo es posible que exista este restaurante, que no merece ese nombre, y que tenga público, siendo más caro y peor que el resto de chinos de la ciudad? No lo sé, espero que me ayudéis a descifrar este misterio, yo escribo esto todavía con mal cuerpo y molestias digestivas. No digáis que no os lo advertí.




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