Los Fogones de Pistachulín

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Don Pablo Fusión

En el local donde durante muchísimos años estuvo ubicado el pub Gasoil, en la Avenida de Aragón, encontramos este restaurante cuya oferta se inspira principalmente en la gastronomía mexicana, pero con una clara presencia de la cocina mediterránea (es lo que algunas veces se denomina cocina "medmex"), aunque encontramos también referencias a otras cocinas latinas como la peruana. José Carrasco, cuyos padres regentan la tradicional Cervecería Don Pablo, nos explicó que estuvo viviendo en México, país del que le enamoró su cultura y su gastronomía. De vuelta a España, decide emprender la aventura de poner en marcha Don Pablo Fusión, un restaurante con un diseño, distribución y decoración impecables (no en vano la arquitectura es su otra pasión) y con una cuidada carta donde encontramos desde interesantes botanas (entrantes), pasando por ceviches, pescado a la talla, steak tartar, carnes y pescados a la parrilla, tacos, etc, hasta terminar con algunos postres bastante sugerentes. Decidí comenzar por la Crema de huitlacoche, ya que este hongo es un producto que me fascina.


No estaba mal, pero no era lo que esperaba. Esperaba una mayor presencia de huitlacoche, que la distinguiese de una crema de verduras convencional, quizás también tropezones del propio huitlacoche sin triturar. José nos argumentó que una mayor potencia podría ser difícil de asimilar para un público poco acostumbrado a este sabor. Yo tengo mis dudas ya que en diversos restaurantes mexicanos de Valencia se venden quesadillas de huitlacoche (la forma más habitual de comerlo) y tienen muy buena aceptación.

Continuamos con el Ceviche de vieira,


un ceviche nada convencional, con tomatitos y muy poca cebolla. La vieira tenía una frescura inmaculada, lo que se notaba en su textura y sabor. La leche de tigre estaba deliciosa, posiblemente con algo de tomate y quizás algún cítrico del estilo del lulo (mera hipótesis). Como complemento encontramos una espuma de lima que al mezclar con el resto del ceviche le aporta frescor y sedosidad. Muy recomendable.

Os voy a confesar que pensaba pedir una lubina a la talla, ya que me encanta esta forma de preparar los pescados, pero vi un Steak tartar que se estaba preparando en la sala y se me antojó, así que decidí dejar la lubina para una próxima ocasión.


No tuve que arrepentirme de la decisión, ya que estaba muy bueno. Buena carne y una cantidad proporcionada de aliño (ya sabemos que un exceso desvirtúa completamente el sabor de la carne). Para sazonarlo se emplean un par de salsas mexicanas, de las que lamentablemente no recuerdo el nombre. Lo pedí con nivel medio de picante ya que tampoco era plan de que sólo lo pudiera comer yo, pero cuando, al principio de la comida, dije que me gustaba bastante el picante, me sacaron dos pequeños cuencos con salsas. Una de las salsas, muy picante, estaba hecha con chiles habaneros y la otra, menos picante que la anterior, con una mezcla de chile ancho, chile pasilla y puede que alguno más. Así que pude disponer de ambas salsas durante toda la comida para "rectificar" el nivel de picante a mi gusto particular, algo sin duda que es de agradecer.

Y llega el turno de las tacos, una de mis obsesiones. El primero de setas, puerros y chiles.


Espectacular. Solemos asociar casi siempre los tacos con la carne pero también se pueden comer tacos deliciosos de pescado o completamente vegetales como en este caso.

El segundo de oreja de cerdo adobada


con el interesante punto ahumado que le da la berenjena a la llama. Muy apetitoso y con el toque crujiente de la oreja.

En esta ocasión no hubo espacio para el postre, estábamos ya satisfechos.

Buenos productos, elaboraciones relativamente sencillas pero bien estudiadas, un espacio confortable y un trato cercano, con algún pequeño desajuste (tiempo inicial de espera), comprensible en un negocio todavía en rodaje. Como dice el grito popular... ¡Viva México, cabrones!
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Sopa wonton

La sopa wonton es una sopa muy tradicional de la gastronomía china. Hay muchas variantes pero creo que la receta que os vamos a presentar refleja bastante bien la esencia de este plato. Hoy en día las láminas de pasta wonton son muy fáciles de conseguir congeladas en las tiendas de productos de alimentación asiáticos. La verdad es que son muy versátiles y además de los wonton se pueden hacer muchas cosas con ellas, como por ejemplo estos Raviolis fáciles de calabaza y ricotta. Son muy populares también en Perú (allí se les llama wantán), donde son un clásico de la cocina chifa. Si hacéis esta sopa a vuestros amigos o familia los dejaréis alucinados ya que os aseguro que es un auténtico platazo.



Ingredientes

Para el caldo de pollo y setas

- 2 o 3 carcasas de pollo
- 400 gramos de patas de pollo
- 1 cebolla
- 1 puerro
- 1 zanahoria
- 2 dientes de ajo con su piel
- 1 trozo de jenjibre
- 6 setas shitake deshidratadas
- Una hoja de laurel
- Unos tallos de perejil
- Unas hojas de apio
- Pimienta negra en grano
- Aceite de oliva virgen extra
- 2,5 litros de agua

Para los wonton

- Un paquete de láminas de pasta wonton
- 500 gramos de solomillo de cerdo
- 500 gramos de gambas o langostinos
- Un diente de ajo
- Un trocito de jenjibre
- Cebolla china
- Una cucharadita de maicena
- Un chorrito de aceite de sésamo
- Dos cucharadas de vino de arroz
- Pimienta negra
- 2 cucharadas de salsa de soja
- Un huevo

Para la sopa wonton

- Caldo de pollo y setas
- Wonton rellenos
- 200 gramos de setas shitake frescas
- 200 gramos de setas shimeji frescas
- 1/3 de col china
- Pimienta negra
- Cebolla china
- Salsa de soja


Elaboración

Caldo de pollo y setas

Asamos las carcasas y las patas de pollo en el horno hasta que estén bien doradas. En una olla a presión salteamos a fuego fuerte la cebolla, el puerro, la zanahoria, el ajo y el jenjibre con muy poco aceite de oliva. Introducimos el resto de ingredientes, cerramos la olla y cuando suba la válvula la mantendremos en el fuego unos 35 minutos, aunque esto dependerá de la olla. Dejamos descomprimir, colamos y reservamos.

Wonton

Para hacer el relleno picamos la carne, pelamos y picamos las gambas (podemos reservar algunas para la sopa) y lo mezclamos con el ajo y el jenjibre picados, el aceite de sésamo, el vino de arroz, la cebolla china, la maicena, la pimienta negra y la salsa de soja. Para hacer los wonton ponemos un poco de relleno en el centro, pintamos los bordes con huevo batido y los cerramos. Primero hay que hacer un triángulo uniendo dos vértices opuestos y después unir dos de los vértices del triángulo para conseguir estos saquitos.


Por suerte en esta ocasión tuve ayuda para hacerlos mientras yo me desangraba después de cortarme con el cuchillo cebollero. Con este video os quedará más claro el procedimiento.


Con las cantidades de la receta os saldrán unos cuarenta wonton.

Sopa wonton

En una cazuela calentamos el caldo y sazonamos con la salsa de soja y la pimienta, hay que ir añadiendo la salsa de soja poco a poco y probando hasta que tenga el punto de sal adecuado. Añadimos las setas y hervimos a fuego medio durante unos siete u ocho minutos, después añadimos la col y la cebolla china (reservamos un poco para decorar) y cocemos un par de minutos más. Finalmente cocinamos los wonton en la sopa durante unos tres o cuatro minutos. Servimos en un bol o plato hondo y decoramos con la cebolla china que habíamos reservado.
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La Chipirona Cocina de Mar

El último restaurante abierto por el grupo Vicios, propietario de La Pappardella (uno de mis italianos favoritos en Valencia), Al Pomodoro, los Sorsi e Morsi y la Chipirona Playa, nos ha dejado en esta primera visita una impresión positiva. Al margen de algún pequeño fallo, que más adelante comentaremos, nos encontramos con una comida hecha con buen gusto, platos bastante trabajados con sabores bien conjuntados y delicadas presentaciones. Son ese tipo de platos que cuando los ves llegar a la mesa sabes que, más allá de que te vayan a gustar más o menos, han sido preparados con esmero por personas que conocen su oficio. Al entrar al restaurante lo primero que te encuentras es la barra y la cocina, lo cual, de alguna forma, siempre nos transmite una sensación de transparencia y honestidad.  A mediodía entre semana podéis optar entre dos menús, además de la carta. El primero de los menús incluye un entrante, un principal y postre por 12,50 € y el segundo tres entrantes, un principal y postre por 15,50 €. Elegimos el segundo, que comenzó por esta Ensalada de remolacha, rabanito, manzana verde, sardina ahumada, yogur especiado y salsa ácida (creo que de mango)


Me gustó mucho este platillo, un juego de contrastes muy conseguido entre el sabor dulce de la remolacha, el salado de la sardina, el ácido del yogur y la salsa, la textura crujiente de la manzana y el rábano, la cremosidad del yogur. Me trae recuerdos de platos rusos como el "Borsch de verano", que lleva remolacha y yogur, y la ensaladilla de remolacha y arenques.

La crema de cocido con boniato, morcilla, espinacas  de arroz y alioli


estaba muy buena, es algo así como una esencia de cocido. La crema de cocido era sabrosa y al mismo tiempo ligera. Todos los "tropezones" le dan valor añadido al plato. Incluso la morcilla, que no es algo que me guste especialmente, la encontré muy agradable en este contexto. Como simple sugerencia quizás sería interesante encontrarse tres o cuatro garbanzos, pero no hay ninguna objeción que poner.

El Crujiente de pato con parmentier de boletus


aunque es lo de menos, creo que la salsa de boletus no llevaba patata, en cuyo caso seguramente es inapropiado llamarla parmentier. El pato está tierno y rico y la salsa tiene un sabor excelente donde los boletus son muy reconocibles. También hay un toque picante que se agradece. Sin embargo, dado que es un plato de cierto contenido graso, creo que hay que medir muy bien (o quizás eliminar) la cantidad de mayonesa, con la que se pone aparte en un extremo del plato habría sido suficiente. No pude evitar pensar que algún toque ácido que "desgrasase" le habría ido fenomenal. Un buen plato que en mi opinión se puede pulir un poco.

Como plato principal, tanto mi compañero de trabajo (y sin embargo amigo) como yo elegimos el Bacalao confitado con bimi a la brasa, manzana, calabacín y tinta de calamar (en esta ocasión fuimos únicamente dos comensales)


El plato está correcto en términos generales, las verduras están al dente, la salsa de tinta y la mayonesa de aguacate (hay quien llama a esto diosa verde) están buenas. El punto mejorable es, valga la redundancia, el punto del bacalao. O quizás, más que el punto, el producto en si, ya que personalmente me gusta mucho más el bacalao desalado que el fresco, queda más jugoso, la textura es más fina y tiene más personalidad. Este bacalao lo encontré un poco seco y con una textura ligeramente correosa. No es un plato desastroso pero no estuvo al nivel del resto de la comida.

En los postres no coincidimos en la elección, así que pudimos probar dos, que estuvieron ambos a muy buen nivel. Este Tiramisú


podría considerarse una deconstrucción del tradicional postre italiano. Encontramos una crema de mascarpone, una tierra o crumble que hace las veces de bizcocho, un helado de café y un crujiente de caramelo.  En general resulta arriesgado versionar estos postres tan tradicionales ya que muchas veces uno compara con el original y queda decepcionado. No ha sido este el caso, el resultado me parece coherente y muy divertido de comer, ya que conforme vas mezclando los sabores (perfectamente reconocibles todos ellos) el postre cobra todo su sentido y no decepciona en absoluto. Si sois amantes del tiramisú tradicional, y si no probablemente también, os gustará.

El otro postre es un Brownie con helado de mandarina.


Si os soy sincero creo que el brownie es uno de los postres clásicos que menos me gustan. Me resulta harto difícil de tragar ese bizcocho de chocolate caliente y rebosante de mantequilla que te sirven habitualmente. Por eso concedo bastante merito a este brownie que rompe con ese molde. Como veis aquí el chocolate no está en el bizcocho (muy jugoso por cierto) sino en el fondo del plato, y además es un chocolate negro intenso con contenido lácteo muy bajo, lo cual agradezco encarecidamente. Dos postres de restaurante que se alejan de la clónica repostería apócrifa que nos encontramos con tanta frecuencia.

Como os he dicho varias veces, en mi opinión resulta mucho más determinante las sensación que te queda respecto a lo que has comido y como te lo han servido, que el detalle concreto de este u otro plato. Por lo mismo, sin ninguna duda considero que la Chipirona tiene argumentos más que suficientes para recomendaros que vayáis. En futuras visitas probaremos platos que hemos visto en la carta y que nos parecen muy atrayentes.

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Lasaña de pescado y marisco

No os voy a engañar, este es un plato laborioso, así que os tenéis que plantear hacerlo un día que tengáis tiempo y ganas de cocinar. Podréis encontrar muchísimas recetas por ahí de lasañas de pescado y/o marisco, ésta es simplemente la que más me gusta a mi. Es una lasaña más ligera que la mayoría ya que no utilizo bechamel, ni siquiera mantequilla. En lugar de ello empleo una velouté hecha con caldo de pescado y el jugo de los mejillones, y también un poco de salsa de tomate. A mi entender hay dos aspectos clave para que esta receta salga bien. Uno es que ni la salsa de tomate ni la velouté deben quedar muy espesas ya que necesitamos algo de humedad durante el tiempo en que la lasaña esté al horno. El otro es que los pescados deben ir al horno prácticamente crudos para que no queden secos al final.  El resultado, si os soy sincero, me parece extraordinario, superior a una lasaña convencional con carne picada, aunque esto es cuestión de gustos. En cualquier caso tened por seguro que sorprenderéis e impresionaréis a quien se la ofrezcáis.



Ingredientes


Para la salsa de tomate

- 1,5 kg de tomates rojos y maduros
- Aceite de oliva virgen extra
- Sal
- Orégano

Para la velouté de pescado y marisco

- 1 cebolla
- 2 puerros
- 2 dientes de ajo
- 2 cucharadas soperas de harina
- 250 ml de caldo de pescado
- 1 vaso de vino blanco
- Jugo de los mejillones
- Aceite de oliva virgen extra

Para el relleno de la lasaña

- 1/2 merluza mediana
- 1 kg de mejillones
- 12 gambas grandes o gambones
- 250 gramos de calamares
- Velouté de pescado y marisco
- Eneldo fresco
- 3 o 4 cucharadas soperas de salsa de tomate
- Pimienta negra

Para la lasaña de pescado y marisco

- Láminas de lasaña
- Relleno de lasaña
- Salsa de tomate
- Queso parmesano
- Eneldo fresco


Elaboración

Salsa de tomate

Calentamos aceite en una sartén en una cazuela y añadimos el tomate rallado, con un poco de sal y orégano. Dejamos reducir a fuego medio/suave hasta que se evapore el agua de tomate, pero no debe quedar muy espesa. Reservamos.

Velouté de pescado y marisco

En una sartén o cazuela salteamos la cebolla, el puerro y el ajo, picados finamente. Añadimos la harina y la tostamos unos dos minutos. Vertemos el vino blanco y cuando se haya evaporado, el caldo de pescado y el jugo de los mejillones -colado previamente con una estameña-. Hay que  añadir el jugo poco a poco y probando para que no nos quede demasiado salado. Dejamos que reduzca sin que la velouté quede demasiado espesa.

Relleno de la lasaña

Debemos tener el pescado y el marisco ya preparados previamente, la merluza sin piel ni espinas y cortada en trozos medianos, las gambas peladas, los calamares limpios y cortados en trozos y los mejillones abiertos al vapor y limpios de sus valvas. Puesto que la cocción se realizará en el horno, lo único que haremos es introducirlos en la velouté caliente y remover para que cojan un poco de calor. Lo mezclamos con la salsa de tomate y un poco de eneldo picado y reservamos.

Lasaña de pescado y marisco

Hidratamos las láminas de lasaña para que se ablanden, el tiempo que indique el fabricante. Después, untamos el fondo de una fuente para horno con un poco de aceite y esparcimos salsa de tomate. Colocamos la primera capa de láminas de lasaña y sobre esta una capa de relleno. Repetimos la operación y colocamos la tercera y última capa de láminas de lasaña. Le ponemos un poco de salsa de tomate por encima y abundante queso parmesano recién rallado. Lo introducimos en el horno precalentado a 180º y lo dejaremos cocinar durante aproximadamente 30 minutos. Terminaremos con unos minutos al gratinador para que la lasaña quede bien dorada por encima.




No os preocupéis si se os desmonta un poco al cortarla y servirla, al ser el relleno menos homogéneo que cuando se hace con carne picada es normal. La recolocáis un poco en el plato, si queréis le ponéis un poco de eneldo por encima y ya está. Una alternativa -muy empleada en restaurantes- es hacer la lasaña en cazuelas individuales y servirla en la misma cazuela, con lo que se mantendrá caliente mucho tiempo.

Por supuesto podéis emplear otra combinación de pescados y mariscos, aunque os recomiendo usar pescado blanco, no azul.
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Min Dou

Es la primera vez que voy a hablar de un restaurante chino ubicado en lo que se ha dado en llamar Chinatown, esto es, la zona de comercios y restaurantes, en su mayoría orientales, anexa a la Estación del Norte de Valencia. Aunque llevo bastantes años siendo un cliente habitual de sus tiendas de alimentación, donde adquiero todo tipo de productos asiáticos, hasta hace poco no me había animado a comer en alguno de los numerosos locales que jalonan la calle Pelayo y adyacentes. Si desconocéis este barrio y su idiosincrasia cultural -y en particular la gastronómica-, os podemos decir que la cocina que os podéis encontrar ni se parece a la de los tristes restaurantes chinos con dragones y farolillos de papel a los que estamos tan acostumbrados -arroz tres delicias, rollitos de primavera, pollo con almendras, etc-, en los que por cierto jamás vi a un oriental comiendo. En Chinatown, la clientela se reparte, en proporciones variables, entre la comunidad oriental residente en Valencia -principalmente la china- y los occidentales que acuden, o acudimos, interesados por conocer una versión mucho más real de la gastronomía china, de una variedad que al principio sorprende e incluso abruma.

Comenzaremos esta andadura hablando de Min Dou, que es, probablemente, de lo mejor que os podréis encontrar -aunque reconozco que es una afirmación aún bastante prematura-. No es, en absoluto, un lugar especialmente cómodo. El espacio está aprovechado al máximo -incluyendo unas enormes mesas circulares con una peana giratoria en el centro para acercarse facilmente el plato del que te quieres servir-, lo que, unido al hecho de que siempre está lleno -si queréis ir será mejor que reservéis-, hace que a veces el ruido sea casi infernal. Tampoco se puede decir que el personal sea especialmente obsequioso, no esperéis un recibimiento entusiasta. Si nada de esto os desanima, ni tampoco os domina la angustia de tener que elegir de una carta casi infinita, quizás os encontréis con algunos platos realmente adictivos. Otros platos están bastante por debajo, por lo que el factor suerte tiene una especial relevancia en este caso. Tras dos visitas, al menos tengo identificados dos platos por los que merece la pena volver, pero seguramente habrá muchos más. Uno de ellos sin duda es la Cazuela de berenjenas con salsa yu xiang.




No tengo la menor idea de lo que lleva esta salsa -aunque trataré de averiguarlo-, pero lo cierto es que le da a la berenjena un sabor inigualable. La berenjena, además, tiene una textura alucinante. Creo que nunca he probado un plato en el que el ingrediente principal fuese la berenjena que me haya gustado tanto. Si hay algún vegano que esté ya salivando siento decirle que lleva un poco de carne de cerdo picada.

El otro imperdible, al menos para mi, es el Cangrejo salteado picante.




Desde luego no es un plato para pusilánimes ni estómagos delicados, ya que lleva guindilla, laurel y jenjibre a cascoporro. Pero el sabor de este cangrejo, de tamaño por cierto nada despreciable, me tiene enganchado. Además de comeros la carne de la patas y las tenazas, podéis chupar la fina y deliciosa capa de rebozado que recubre el exterior del decápodo, y hundir los palillos en su cabeza para recuperar todos sus corales, que mezclados con el misterioso rebozado forman una especie de masa celestial. Si comerse un cangrejo ya es algo en si bastante primario, en este caso se convierte en un acto bárbaro, casi obsceno.

Lamentablemente, y de forma un tanto incomprensible, el nivel se desploma en platos como el Pato al estilo Pekín que probé en la primera visita, o estos Fideos fritos con gambas




francamente sosos y sin ninguna gracia, al final acabamos mojándolos en la salsa de las berenjenas para que tuvieran un poco de sabor. Las gambas por cierto eran lamentables.

Como os decía el nivel es bastante heterogéneo por lo que tendréis que hacer vuestra apuesta y aprender para el futuro, si decidís perseverar. No es mala idea tampoco espiar los platos que se sirven en las otras mesas para ver que tiene mejor pinta.

Seguiremos informando desde el corazón de Chinatown, Valencia.


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Baobab

Tras el cierre de Vinícolas by Raúl Aleixandre, llegó el esperado regreso a los fogones de Raúl Aleixandre de la mano de este nuevo restaurante. Si la ubicación de Vinícolas, en el Moll de Ponent del puerto de Valencia, quedaba bastante apartada -lo cual me imagino que no benefició a la prosperidad del negocio-, el emplazamiento de Baobab, en una esquina que da a la plaza Cánovas, resulta óptimo tanto para una comida de trabajo como para darse un homenaje el fin de semana o una noche cualquiera en la que queramos celebrar algo, como por ejemplo que seguimos vivos. El local, que ha sido diseñado por Sergio Adelantado -el que fuera presidente de la Academia Valenciana de Gastronomía-, está a la altura de las expectativas que despierta un proyecto pilotado por un cocinero de prestigio. Dispone de una zona de barra, donde se pueden observar las evoluciones de los cocineros, y un comedor relativamente amplio. Ambos espacios se encuentran claramente delimitados el uno del otro y resultan al mismo tiempo atractivos y funcionales. Lo primero que llama la atención hojeando la carta es que la diferencia pecuniaria entre el menú de mediodía -que consta de dos entrantes, plato principal y postre por 19,50 €- y el precio de comer a la carta se antoja más acusada que en otros restaurantes, donde o bien la carta es más económica o el precio del menú más elevado. Para que os hagáis una idea, sólo uno de los entrantes del menú marca en la carta un precio de 18 €, que ya casi iguala el precio del menú completo, es casi como si hubiese dos restaurantes dentro de uno. Lo que os quiero decir con esto es que aprovechéis la ocasión para acercaros entre semana, es una magnifica ocasión ya que no sería la primera vez que un restaurante de cierto nivel ofrece un menú de mediodía para atraer a más comensales en sus comienzos y después decide retirarlo, o convertirlo en un menú degustación.

Vayamos ya a comentar brevemente los platos del menú del Jueves pasado, comenzamos por el Matrimonio de boquerón marinado y verduras asadas.




La combinación de verduras escalibadas con pescados marinados, ahumados, en salazón, etc, es siempre ganadora. El principal activo de este plato es la calidad de los ingredientes, todos muy sabrosos, y el aliño discreto y acertado. Un bocado muy apetecible para disfrutar de un pescado fresco y de calidad, con sabores muy nítidos que dejan el protagonismo al producto -una constante en la cocina de Raúl-.

El Pulpo con cilantro y mango




es un plato que ya probé en Vinícolas, aunque en aquella ocasión el pulpo no estaba cortado en forma de carpaccio sino en tacos. A pesar de llevar ingredientes de sabor intenso como el mango, los brotes de cilantro, la salsa de soja, el aceite de sésamo -este ultimo es una hipótesis-, etc, todos ellos están bien dosificados de forma que no anulen el sabor del pulpo. Si acaso se podía haber limitado un poco más la salsa de soja ya que tenía, en mi opinión, un leve exceso de sal. Es un entrante refrescante y ligero, un plato elegante tanto en lo visual como en lo gustativo.

Como plato principal tomamos el Arroz meloso de pato y setas




A pesar de que la cocina de Raúl tradicionalmente ha estado más ligada al pescado que a la carne, los arroces son otro de sus puntos fuertes, y éste lo resuelve también de forma impecable. El fondo tiene un sabor potente y el arroz una textura perfecta. El pato en esta ocasión es confitado, con ese color, textura y sabor "ajamonado" y las setas -aprecié boletus, shimeji y creo que también shitake- estaban también tiernas y deliciosas. Un plato de cuchara realmente reconfortante.

El postre es una Tarta tatin de peras.




sabéis que no soy nada postrero pero quizás por eso mismo me encantó esta tatin, ya que la pera sabe exactamente a pera debido a la limitada cantidad de azúcar. Perfectamente asada, ligeramente caramelizada y acompañada con una delicada chantilly. Un postre muy fino.

Baobab es -no podía ser de otra manera- un restaurante donde se cuida el producto, una magnifica elección cuando queramos comer bien sin complejos y arriesgados experimentos. El servicio también está a la altura de la cocina, a pesar de que el restaurante todavía tiene poco tiempo de rodaje no se aprecian desajustes llamativos y el servicio está a un buen nivel.

Una ultima nota, si sois amantes de la cerveza -no diré nada de los vinos porque aunque la bodega es extensa no teníamos idea de pedir-, disponen de buenas cervezas artesanales, como por ejemplo Zeta, procedente de Alboraya y que podéis degustar en barril. Es una cerveza muy interesante, turbia y con un toque a azahar que la hace refrescante y aromática.
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Simple Bar

Hay muchas ocasiones en las que seguramente es complicado juzgar la calidad gastronómica de un restaurante por el menú de mediodía, en el caso de que este lo ofrezca. La necesidad de ajustarse a un presupuesto fijo y, al reducirse las opciones, de ofrecer unos platos que puedan tener una aceptación generalizada, reduce las posibilidades de lucimiento. En cualquier caso, en los gastrojueves hemos probado bastantes veces menús de una calidad más que notable, mi opinión al respecto es que un gran cocinero es, o debe ser, capaz de darle su toque al plato más sencillo, y dejar notas o destellos de calidad que te motiven a repetir y a probar más cosas de su cocina, en un contexto quizás más lúdico y relajado que el que constituyen las comidas en mitad de una jornada de trabajo.
Por cierto, antes de nada querría felicitar al decorador o decoradores responsables de la remodelación del local, ya que el resultado es francamente bonito, limpio y acogedor, en un estilo industrial y nada pretencioso -como ya nos sugiere el nombre del restaurante- que es muy de mi agrado.
El menú tiene una estructura clásica, primer plato, segundo plato y postre. De primero opté por esta crema de berenjena a la llama con cebolla crujiente y queso de cabra.




La crema estaba buena, con un sabor ahumado que resultaba muy agradable, y los dos "toppings" le pegaban muy bien, aunque el queso de cabra me dio la impresión de ser particularmente dulce. La pega que le puedo poner al plato en realidad no es tal sino una consideración puramente subjetiva, y es que yo concibo una crema más como un ingrediente de otro plato que como un plato en sí mismo, me resulta un poco aburrido comer algo con una textura tan uniforme, a pesar del contraste que suponen las guarniciones. Como digo, es simplemente una preferencia personal.
El otro primero que se pidieron algunos de mis compañeros de mesa creo que era una ensalada con lechuga, pollo, tomates cherry, etc, no especialmente llamativa y de la que no quedó constancia gráfica.

Vamos como los segundos, donde yo me decanté por el Marmitako de atún.




Era un día lluvioso en el que apetecía este plato, pero lo cierto es que, como defecto más importante, estaba muy salado, no pude comérmelo. Tampoco el marmitako es una sopa -creo que se aprecia perfectamente en la imagen que este lo era- es un guiso con un salsa más ligada. Y por último el ingrediente principal -en este caso el atún sustituye al bonito- estaba muy seco, ya sea por baja calidad, por sobrecocción o por ambas cosas. Un plato en mi opinión completamente fallido.

Mucho mejor el Arroz meloso con pollo de corral, champiñones y ajos tiernos,




con un fondo muy sabroso y un punto muy bueno del arroz. Puesto que vino en un perol de hierro en una cantidad generosa me serví un plato a pesar de no haberlo pedido, y así suplí un poco el vacío causado por el marmitako.

En cuanto a los postres, hubo disparidad de criterio a la hora de pedir, pero un resultado bastante similar, ya que todos ellos eran muy mediocres, ya sea la Espuma de tiramisú,




el Brownie




o la Tarta de queso




Realmente ninguno tenía el más mínimo interés.

Enlazando con el principio del artículo, una oportunidad perdida, al menos en lo que a mi respecta, por captar mi interés y despertar el anhelo de probar otras cosas en futuras visitas.
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