La Venganza de Malinche

Para quien no sea un erudito en la historia de la conquista/genocidio de América por parte de los españoles (yo no lo soy pero me he informado) decir que Malinche fue una joven azteca que tras ser vendida como esclava por su madre y su padrastro terminó siendo intérprete, más tarde concubina y finalmente esposa de Hernán Cortés. Se considera que sin su mediación, ya que hablaba con fluidez tanto el maya como el náhuatl, la conquista de México habría sido mas difícil y en consecuencia más sangrienta. Cuando la esposa de Hernán Cortes en España se decidió a viajar a América, éste desposó a Malinche discretamente con uno de sus hombres de confianza.
Por lo tanto no me queda del todo claro si la Venganza de Malinche hay que entenderla como el servicio prestado a los españoles tras ser vendida como esclava por sus paisanos, a lo cual ella dificilmente podría haberse negado sin perder la vida o por contra la venganza (a título póstumo) contra los españoles que masacraron a buena parte de la población nativa. Si alguien que lea este artículo me lo puede aclarar le estaría muy agradecido.
Yendo ya a lo que nos interesa paso a comentar la cena que pude degustar en este mexicano hace unos días



Sin lugar a duda lo mejor de todo fueron unos sensacionales tamales hechos a la manera tradicional, es decir, al vapor dentro de hojas de plátano y rellenos de pollo con mole. Tanto la masa de harina de maíz como el relleno estaban deliciosos, sabores perfectamente equilibrados.
Excesivamente picante para el paladar europeo, por lo menos para el mío, el coctel de pulpo y camarones. La salsa, aparte de lima, cilantro y tabasco tenía un regustillo como a ketchup que no me convenció en absoluto. Sabrosa y suculenta la cochinita pibil y con un nivel de picante razonable, el problema es que trajeron todo a la vez y si se enfría, lo cual es inevitable si vas picando de todo un poco, pierde bastante.
Más allá de que un plato te guste un poco más o un poco menos, lo que da rabia es que la experiencia global podría mejorar mucho con un poco más de esmero en los detalles. Beber una Negra Modelo en uno de esos ridículos vasitos de Mahou no tiene mucho sentido, ni tampoco que  te sirvan unas crackers industriales (con plástico incluido) para el coctel de marisco o unas tortitas de maíz idénticas a las que puedes comprar en un supermercado, simplemente calentadas en el microondas y servidas dentro de un horroroso paño de cocina doble.

Como postre pedimos un pan de elote (maíz tierno)


Nos sirvieron una ración de tamaño descomunal de algo que se asemejaba a un pudding pero tremendamente compacto. Baste decir que pedimos uno para dos y que con lo que sobró, que me llevé en un tupper, tuve para desayunar dos días. A pesar de la compacidad estaba jugoso y el sabor era bastante agradable.

Como resumen, es un restaurante mexicano de calidad superior a la media de los que podemos encontrar en Valencia y al cual me apetece volver para probar otros platos pero que descuida algunos aspectos básicos que supondrían una mejora muy considerable. Sobretodo el tema de las tortitas... ¿acaso no es posible que en algun sitio hagan las tortitas de maíz caseras?



4 comentarios :

  1. Q verga tiene q ver los tamales con Malinche?

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  2. Sobre su reseña histórica, de lo que yo me he informado es de que Cortés desembarcó con 800 hombres en Veracruz y a Tenochtitlán llegó con 400, con lo que poco genocidio pudo cometer en una región (imperio azteca) del tamaño de España habitada por unos 3 millones de personas. Los nativos que murieron en México por enfermedades durante la conquista murieron por las picaduras de los mosquitos con la sangre de los cadáveres que se acumularon en la marisma redor de Tenochtitlán. Téngase en cuenta que los 400 hombres de Cortés llegaron a Tenochtitlán junto con decenas miles de guerreros nativos que se aliaron a Cortés. Por otro lado, Cortés parece ser que mató a su mujer española por abroncar su infidelidad en público, y fue investigado por ello y por acusiones envidiosas de rebeldía contra la corona. La Malinche ya desposada vivió bien bajo la manutención de Cortés hasta sus últimos días.
    El genocidio nunca existió, entendido como la voluntad de un pueblo por acabar con la existencia de otro. Sí que hubo matanzas como las hubo en todas las guerras del mundo en esa época. El comportamiento más salvaje de los españoles en América se produjo en La Española (el Vietnam español) cuando los soldados de Colón perdieron la compostura ante la barbarie de los caníbales y la sensación de impunidad por la lejanía del control de la corona, y llegaron a colgar en parrillas bajo las brasas a los nativos caníbales en respuesta porque ellos no hacían presos sino que los devoraban y aquello era un acto propio del demonio con lo que deshumanizaron a aquellos nativos. Recuérdese que los arahuacos caníbales también devoraban a los nativos taínos y que habían devorado a los 39 españoles que quedaron náufragos en el fuerte de Natividad tras encallar la nao Santa María en el primer viaje de Colón.
    La venganza de Malinche es la venganza de Malinche contra los aztecas que la vendieron como esclava a los mayas, y Cortés tras vencer a los mayas fue recompensado por los mayas con una veintena de sus mujeres esclavas, entre ellas la Malinche (o Marina como la bautizaron los españoles). Asignó Cortés cada una de esas mujeres a sus mejores hombres. Desconozco la suerte de las demás mujeres, pero el trato de los españoles a los nativos en general distó mucho de esa imagen de horda de vikingos bárbaros que nos venden tan bien los enemigos de España (las élites de la anglosfera supremacista y los engañados por estos). Los españoles de ese tiempo tenían valores cristianos y una administración que castigaba los comportamientos impropios de todo buen cristiano y súbdito de la corona (como Colón o Coronado que fueron encarcelados por maltratar a los nativos). A los españoles nos conviene combatir la leyenda negra antiespañola, así como evitar caer en la trampa de la leyenda rosa. La verdad histórica está más de nuestro lado que contra nosotros.

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    1. No era mi objetivo hacer una reseña histórica, puesto que no era la temática del blog, tan solo generar una cierta curiosidad en los lectores a propósito del nombre del restaurante.
      No obstante, creo que es interesante hacer una serie de aclaciones al respecto. Soy español y por lo tanto mis opiniones no están mediatizadas por un sentimiento de rencor histórico. Tampoco pertenezco a ninguna angloesfera…
      Simplemente trato de interpretar los hechos históricos, sociales y políticos con la mayor objetividad posible. No me identifico con ninguna ideología política al uso, a las que considero un obstáculo para el pensamiento libre e independiente.
      Hecha esta digresión, vayamos a temas más concretos. Reconozco que el término genocidio, en el sentido de exterminio de un colectivo, no es el adecuado. El objetivo de Hernán Cortés fue básicamente, además del poder, la riqueza y la gloria para su persona, extender el modo de vida “civilizado” por todo el territorio mexica -más tarde llamado azteca-, y para ello no tuvo jamás el menor escrúpulo, ya fuera con el engaño, la traición o el asesinato.
      Es curioso que usted hable de supremacismo, cuando no existe un ejemplo más palmario de supremacismo que el de los conquistadores -o invasores- del “Nuevo Mundo”, que creyeron legítimo apropiarse de las tierras, los recursos y las vidas de los nativos que encontraron, basándose en su superioridad técnica y en el hecho de profesar “la fe verdadera”.
      Usted aduce que los españoles de esa época tenían valores cristianos. Estoy de acuerdo, como lo tenían los cristianos en tiempos de la Santa Inquisición, que actuaban conforme a lo que consideraban los valores de su religión.
      Por contra, si estamos hablando de valores morales, es cuando menos discutible que asesinar a seis mil civiles desarmados en la batalla de Cholula, mutilar a cincuenta embajadores tlaxcaltecas sin mediar provocación ni ataque alguno, estrangular a su esposa en el lecho conyugal o ejercer sistemáticamente la violación de mujeres indígenas -proezas todas ellas atribuidas a nuestro héroe-, sea un ejemplo de ética y humanidad.
      El criterio invariable de la historia es considerar grandes hombres a aquellos que consiguieron grandes victorias militares, como Alejandro Magno, Julio Cesar, Atila, Napoleón, etcétera, con independencia de la muerte y la destrucción que sembraron a su paso, por puro delirio megalómano.

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    2. El hecho de que Hernán Cortes se aliase con los tlaxcaltecas y otros pueblos indígenas, enemigos acérrimos de los mexicas, para atacar a estos últimos y someter Tenochtitlan, ¿le resta un ápice de crueldad al asedio de la ciudad, que llevó al pueblo mexica a una lenta muerte por agonía?
      Tan solo es indicativo de la habilidad política de Cortés, que supo aprovechar a su favor una circunstancia sin la cual sus logros habrían sido seguramente imposibles.
      Es cierto que los mexicas tenían una gran superioridad numérica frente a los españoles y sus aliados, pero no tenían ni caballos, ni armas de fuego, ni formación militar, lo cual fue decisivo a la hora de inclinar la balanza.
      En cuanto a su teoría de los mosquitos, es harto curiosa, ya que parece una paradoja recursiva. Si los nativos murieron por picaduras de mosquitos -que ya es curioso que los matasen a ellos y no a los españoles, teóricamente menos inmunizados- y los mosquitos estaban infectados por la sangre de los cadáveres, entonces, ¿qué fue primero, los mosquitos o los muertos?, ¿el huevo o la gallina?

      Usted me podría decir que hay que contextualizar, que era otra época, que otro países también cometieron grandes matanzas. Por supuesto que los españoles no tenemos la exclusiva de la iniquidad y la barbarie. El deseo de someter a otros pueblos, de apropiárselos, de aniquilarlos, lo podemos encontrar en toda la faz de la tierra y en todas las épocas, y es connatural a la execrable naturaleza humana. Pero acogerse a esta universalidad para normalizar lo abominable me parece un relativismo moral inaceptable.
      Los pueblos somos lo que somos en buena medida por nuestra historia, esto no quiere decir que tengamos que estar orgullosos de ella -sería un patriotismo muy mal entendido-, sino tratar de entenderla -que no justificarla- sin prejuicios y sin autocomplacencia.
      Eso de que la historia está de nuestra parte, sin ánimo de ofender, tiene un cierto tono caudillesco.

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