Hasta aquí hemos llegado Ibn Razin

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La enorme sapiencia gastronómica de éste hombre, del que he leído cientos o miles de artículos y aprendido mucho desde hace muchos años, sólo es comparable con su soberbia. Es increíble el desprecio y la inquina que siente éste hombre por cualquiera que escriba sobre gastronomía y restaurantes sin cobrar por ello, lo que equivale a ser un inepto y un estulto, desde su mentalidad. Y es bastante curioso que si nos considera, en general, una especie infecta, nos dedique tantas líneas, en diferentes artículos que he podido leer, aunque sea para arrojarnos inmundicia. Yo, que en contra de lo que piensa el señor Vergara, considero que tengo algún criterio sobre restaurantes y también sobre lo que leo y escribo, no me habría tomado la molestia de escribir sobre esto si no fuese porque se dió la casualidad de que al mes o así de que abriese este restaurante lo descubrí e hice la que fue en aquel momento primera reseña detallada del mismo. Posteriormente, en un gesto que Ibn Razin (pseudónimo con el que firma a veces) consideraría seguramente de un extremo patetismo por mi parte, consideré que era el restaurante que más me había gustado de los reseñados en 2015 y les regalé un pequeño detalle que así lo atestiguaba. Por eso cuando he leído (es un copia y pega):

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"Pero en eso llegaron los “foodies”, los esnobs y los indocumentados (gastronómicamente), subespecies humanas alumbradas por las redes sociales y la moda, ávidos por “descubrir” nuevos restaurantes y pagar lo mínimo. Entusiastas que saben poco. Creen que la gastronomía comenzó con la fusión, los japos y los chiles. Forman parte de esa imbecilidad denominada “Tendencias”, que engloba tanto un restaurante adonde hay que entrar por el garaje, unas zapatillas de marathon “solidario”, el perfume de tu vida o los botines “vintage”. Es una plaga urbana importada de Nueva York.

Nunca hay que fiarse de las recomendaciones de los “foodie” o estás perdido. Carecen de paladar (conozco un par de excepciones en Valencia), detestan rascarse el bolsillo y son cómplices de otros “foodies” de Tripadvsisor 0 cualesquiera dirección de Google similar. Constituyen una secta. Cuando estoy muy aburrido, me divierte entrar en una de esas direcciones de gastrónomos a la violeta e inmediatamente me entra la risa. ¡Menudas recomendaciones y juicios! ¡Y cuánta memez infantiloide, el uno contestando al otro, éste al de más allá, el de más acá a uno que escribió hace una semana! Etc. ¡Qué manera de perder el tiempo¡ ¿Y las faltas de ortografía?: inconmensurables.
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me he visto en la necesidad de hacer algún comentario. No sé si caería en la categoría de “foodie” (palabra que detesto, como todos los absurdos anglicismos inventados de hoy en día), esnob, indocumentado, imbécil, sectario, memo, infantil, o en todas ellas a la vez, me preocupa muy poco, la verdad, es el tono habitual de éste señor. Pero a fin de cuentas fui de los primeros en recomendar, y lo sigo haciendo con entusiasmo, Origen Clandestino, como precisamente lo que es, un diminuto laboratorio gastronómico donde con muy poco espacio y medios se elaboran platos de gran mérito, creativos y originales. Las limitaciones del local y las implicaciones que tienen para la cocina que elaboran son evidentes, Junior es el primero en señalarlo, pero la independencia que da el no tener un mecenas detrás le ha permitido irse forjando su propio estilo con absoluta libertad, en lo conceptual al menos. El nuevo local ya llegará, no hay que apresurarse.

No todos tenemos la suerte de tener un periódico detrás que nos respalde y nos pague las facturas, aun así muchos hacemos un esfuerzo, también económico, por intentar conocer el mayor número de restaurantes representativos de donde poder aprender cosas, por eso no tolero que se nos tache arbitrariamente de tacaños, máxime cuando dedicamos (aquí el aludido leerá “perdemos”) nuestro tiempo y esfuerzo de forma desinteresada a algo que nos gusta, que nos apasiona.

Me pregunto si lo realmente sectario no sería que sólo escuchásemos o leyésemos opiniones gastronómicas de profesionales que cobran por hacer su trabajo (muchos de los cuales a mi personalmente me respetan, como yo a ellos, y se “rebajan” a intercambiar alguna opinión o dato) o de personas que tienen posibles para pasearse por restaurantes caros pero sin demasiado interés en valorar o analizar lo que comen.

Yo también conozco muchos sitios en internet donde se dicen cosas sin interés alguno o que causan horror, las ignoro, creo que es lo más sensato, por salud mental. Verbigracia, nunca escribo opiniones en Tripadvisor y he dejado de leer lo que allí se escribe.

Se de primera mano que mis opiniones en éste terreno son compartidas por muchos cocineros y otros profesionales del sector (por supuesto jamás diré nombres) pero estamos hablando de un personaje, uno, con muchísima influencia, dos, tremendamente agresivo y rencoroso (si lo transcrito anteriormente no es suficiente leed más de su extensa obra), con tendencia a llevar las cosas al terreno de lo personal, por lo que me parece absolutamente comprensible que ninguno se vaya a pronunciar sobre lo que estoy diciendo, excepto quizás alguno con una enemistad tan públicamente declarada que ya le de igual. Cuento con ello pero al menos tengo el derecho de reclamar un poco de dignidad no sólo para mi sino también para otros “colegas” a los que sigo con interés.

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