Trece

El local en el que se ubica este restaurante albergaba una zapatería artesanal de la que se han intentado conservar vestigios en el diseño del interiorismo y la decoración. El resultado no es malo pero personalmente pienso que el local carece del encanto que seguramente se le ha querido dar. En particular la iluminación es demasiado escasa y un tanto lúgubre, con zonas de penumbra debido a la poca uniformidad con la que alumbran las lámparas retro. Una cosa es proyectar una agradable luz indirecta y otra sumir al comensal en las tinieblas...Yendo a lo que realmente nos interesa que es la oferta gastronómica Trece nos ofrece una carta que apuesta decididamente por la sencillez y donde las tapas son las auténticas protagonistas. Probamos algunas de ellas, empezando por éstas croquetas de jamón



que estaban francamente muy buenas, jugoso y sabroso interior con intenso sabor a jamón y crocante exterior gracias al rebozado de panko.

En cuanto al pulpo a la gallega con puré de patata violeta


el intento de darle un toque un poco original fracasa completamente debido a que el pulpo estaba objetivamente duro, realmente correoso, difícil de cortar y aún más de masticar. No le encuentro mucho sentido a que el cocinero o quien sea decida servir este plato sabiendo que el producto es claramente deficiente o que se ha malogrado debido a una cocción incorrecta, intentar "colar" un plato manifiestamente defectuoso sólo sirve para decepcionar al comensal. También es cierto y así lo reconocemos que se disculparon de forma muy amable cuando rechazamos el plato (el trato de los camareros es muy correcto y profesional) y nos ofrecieron pedir otra cosa, como así hicimos. 

El tartar de atún al estilo mediterráneo resultaba muy agradable de comer




con trocitos de cebolla, de pimiento rojo y de pepinillo y discretamente aliñado, con un atún de buena calidad, de textura homogénea, sin vetas. Es un acierto, cuando el atún  es bueno (obviamente siempre debería serlo) que lo que se le añada realce el sabor pero no lo enmascare, aquí eso se ha conseguido.

En sustitución del pulpo pedimos unas gambas rojas a la plancha



un plato estrictamente de producto, de excelente calidad en este caso, que no deja de tener su ciencia, básicamente el punto de sal y el punto de cocción de las gambas, ambos acertados. A veces no se necesita más para disfrutar y chuparse literalmente los dedos.



Como postre una mousse de fruta de la pasión con gelatina de naranja




sinceramente mejoró las expectativas, el sabor estaba muy conseguido y también la textura, realmente sabía a fruta, con ese puntito dulce y ácido que la hace tan especial.

Quitando el pequeño incidente del pulpo una cena de sencillas y buenas tapas que dejó un buen sabor de boca. Para los que nos gusta la cerveza se agradece que tengan un barril de 1906 que acompaña de forma espléndida cualquier cena de tapeo.








  






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