Los Fogones de Pistachulín

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El Castillo

Hacía ya algún tiempo que quería pasarme a conocer el restaurante El Castillo ya que era uno de los tres "Big Six" que todavía no conocía y por motivos personales ahora vengo mucho por Godella. Si a eso le sumamos la celebración de su vigésimo aniversario, se trataba de una ocasión que no podíamos dejar pasar. La verdad es que después de mal trago pasado el día anterior no hay mejor forma de resarcirse que reencontrarse con la buena comida y el buen trato. De los dos menús que se ofrecían para conmemorar los veinte años elegimos en esta ocasión el menú sin maridaje, cuatro entrantes, dos principales, uno de pescado y otro de carne y postre, además del aperitivo de bienvenida. Todo ello por únicamente por veinte euros, una oferta realmente atractiva a priori.

El aperitivo consistió en un "Martini invertido", en el que en lugar de poner la aceituna dentro del martini se pone el martini dentro de la aceituna.



Para ello seguramente se mezcla el martini con xantana para darle una cierta textura. Al mismo tiempo la aceituna parecía recubierta por una gelatina de martini y venía acompañada de un pulverizador para ponerse un poco de martini seco en la boca antes y después de comer la aceituna. Un bocadito interesante y agradable, la presentación podría mejorar poniendo un pulverizador que luciese un poco más.

El primer entrante consistió en un Tataki de atún con encurtidos, brotes y aceite balsámico.





Los toques ácidos de los encurtidos, su punto crujiente, el dulzor aromático del balsámico, combinaban muy bien con el atún. El punto mejorable del plato es el propio producto, es decir, el atún, que presentaba algunas vetas blancas fibrosas que hacen que el bocado no sea tan limpio, pero también hay que entender las limitaciones que supone ofrecer un menú tan extenso y completo a éste precio. En cualquier caso un plato muy agradable de comer.

Acto seguido llegaron unos Raviolis muy fino relleno de habitas y tocineta y con un crema de morcilla



Los raviolis estaban buenísimos y aunque la morcilla no es un producto que me guste demasiado, la crema era suave y tengo que reconocer que combinaba muy bien con los raviolis. Un plato excelente.

A continuación un plato de Foie con crema de alcachofa y manzana.



Posiblemente el entrante que más me gustó, muy buena la combinación de los tres sabores, un plato equilibrado y nada pesado a pesar del contenido graso del foie, en esto la fruta ayuda mucho. Venía acompañado de unos toques de guacamole y otros de algo que parecía tomate concentrado que fue lo único que no me convenció. Un plato delicioso.

El último entrante consistió en una Espuma de patatas con yema de huevo y setas, servido todo en una copa. Recuerda a la famosa tortilla desestructurada que popularizó Ferran Adriá, aunque la receta es de Marc Singla aunque en este caso en lugar de cebolla confitada se han puesto las setas en el fondo de la copa. Estaba muy bueno, quizás yo le habría dado una textura un pelín mas compacta a la espuma aunque en el plato de El Bulli también era semilíquida, es simplemente una preferencia personal mía que me gustan las cremas y las espumas con una cierta  consistencia. Siento que me despisté y no le hice foto por lo que no os la puedo enseñar, es algo que pasa a veces.

El plato de pescado era un Bacalao con crema de all i pebre y berenjena a la llama. 



Tengo que reconocer que cuando vi el plato, el color anaranjado y el aspecto de la salsa me generaron ciertas dudas. Sin embargo, en cuanto la probé me gustó mucho, un sabor total a all i pebre, es uno de esos platos en los que el sabor supera en mucho a la imagen o la presentación, lo que es infinitamente preferible al caso contrario, como es evidente. El bacalao estaba tierno, jugoso y en un punto óptimo de desalado, el maridaje con la salsa excelente. La berenjena, con ese punto ligeramente amargo que me encanta. Un plato con sabores de la tierra, magnífico.
 
Y como pato cárnico Solomillo de cerdo con parmentier de patata y salsa hoisin. 




Quizás habría hecho un poco menos el solomillo aunque no estaba duro ni seco. Y de la crema de patata lo que os comentaba antes, personalmente, me gusta darle un pelín más de consistencia. La combinación de la carne, la crema, la salsa hoisin con sus toques dulces y salados y las patatitas (o quizás yucas) cortadas muy finas y fritas, aportaban contrastes de sabores y texturas que lo hacían un bocado divertido y muy sabroso. Un plato planteado de forma muy coherente.

El postre era más bien una combinación o degustación de tres postres, una mousse de naranja que llevaba algo de bizcocho debajo, unas trufas y un flan de café. 




La mousse de naranja estaba buena, suave y con el azúcar bien dosificada, las trufas irresistibles para un entusiasta del chocolate negro como yo, el flan de café quizás me convenció un poco menos, posiblemente por llevar caramelo por encima y por debajo y resultar un pelín dulce.

En definitiva, una cena muy completa y en la que disfrutamos y nos lo pasamos muy bien. Por cierto, tome un vino tinto joven por copas, creo que era un Ribera del Duero, que fue todo un acierto, pero no consigo recordar el nombre, me acuerdo del diseño de la etiqueta... la velada concluyó con una animada charla con Eduardo Frechina y parte de su equipo en la que nos enteramos de que organizan cursos de cocina, catas y otras actividades. Muy probablemente os contaremos alguna de ellas.





  

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