Manaw

La cocina nikkei es algo bastante etéreo, a diferencia de la cocina chifa, que cuenta con un recetario propio -donde destacan platos tan populares como el arroz chaufa, el aeropuerto, el kam lu wantan, la sopa wantan o el tallarín saltado, etc-, hasta donde yo se apenas hay platos que la definan mas allá del emblemático pulpo al olivo -que curiosamente entre sus ingredientes no cuenta con ninguno característico de Japón- y los ceviches y tiraditos nikkei, en los que tampoco hay una linea divisoria clara que decida cuando son nikkei y cuando no. Se trata pues de una cocina de libre interpretación, en la que es el propio cocinero el que debe tratar de fusionar la cocina de Perú con los ingredientes, técnicas y elaboraciones típicas del país nipón.
En Valencia, si exceptuamos Commo Fusión, creo que Manaw es el primer restaurante que hace una apuesta clara por este tipo de cocina, aunque es algo que conviene matizar, ya que en su carta nos encontramos platos nikkei, platos estrictamente japonenes como el sashimi -no probé el sushi para poder deciros si existe o no algo de nikkei en ellos-, fusiones con otras cocinas como por ejemplo el bao de cochinita pibil, etc. Más que ponerle la etiqueta de nikkei yo definiría su cocina como de fusión entre las cocinas de Sudamerica y Asia, principalmente.

Comentamos brevemente nuestra primera incursión en la cocina de Manaw. La cortesía de la casa son dos vasitos de sopa de miso blanco.


No soy un gran amante de la sopa de miso, básicamente porque el miso es un ingrediente bastante salado y hay que dosificarlo muy bien, así que prefiero usarlo en otro tipo de elaboraciones en las que aporte sabor pero no sea el elemento principal. Esta no estaba exageradamente salada para la sal se dejaba notar, ya digo que no se trata de un defecto en su preparación sino de una característica intrínseca de esta sopa, es algo así como comerse una anchoa en salazón, en mayor o menor medida por fuerza ha de estar salada.

En el Sahimi variado con salsa ponzu


bien el hamachi -también conocido como pez limón- y el salmón pero flojo el atún, que si no me equivoco era atún de aleta amarilla. Es un atún, de menor precio que el atún rojo, que está bien para muchas elaboraciones -yo lo uso para makis, tatakis, guisos, etc- , pero que así tan desnudo a mi personalmente no me convence. La salsa ponzu no estaba mal aunque a mi me gusta que se note más el sabor del yuzu.

El Ceviche de la abuela, de corvina


tenía cosas buenas pero le faltaba bravura, tanto acidez como picante, sin duda en un intento de acercarlo a un publico poco tolerante con los sabores intensos. Tenía también un punto dulce bastante acusado, no solo por la crema de boniato sino por combinar la sal con un poco de azúcar para hacer sudar el pescado, un truco que, tal y como nos confesó Miguel -copropietario del restaurante, de nacionalidad argentina- aplicaba el mítico Javier Wong. No está mal, pero como ya dije a mi me gustan los ceviches "bravazos".

Las Gyozas de gamba fueron el plato que más me gustó.


Un plato bastante elaborado, las gyozas, de masa suave y delicada, muy sabrosas, se acompañaban con un salsa de curry, queso cheddar si no recuerdo mal, cangrejo de concha blanda y pico de gallo. Una combincación deliciosa y nada obvia, no dejéis de pedirlas.

Las mini hamburguesas en pan pao


vienen con un huevo de codorniz frito y una salsa suave, no recuerdo ahora mismo que salsa era. Para acompañar unos bastoncillos de yuca frita. La carne era excelente, tierna y jugosa. Un bocado ligero y muy apetecible.

Como postre quisimos probar dos de los helados mas japoneses a priori, el de yuzu y el de jenjibre.


Sin interés el de yuzu, que era una especie de sorbete pero en bloques apelmazados, demasiado dulce y sin apenas sabor a yuzu. Mucho mejor el helado cremoso de jenjibre, con un sabor mucho mas reconocible a jenjibre.

Por cierto, hacen un buen pisco sour, cargadito y con bastante angostura. Manaw apunta cosas interesantes, aunque queda bastante por pulir, algo lógico por otra parte en un restaurante casi recién abierto. Esperemos que sean capaces de encontrar su hueco en la cada vez mas apretada -por lo numerosa y por lo variada- oferta gastronómica de la ciudad.


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