Hace unos días he estado en Bruselas y diversas ciudades de Flandes donde he podido hacerme una idea de la gastronomía tradicional belga. Sin ningún genero de dudas Bélgica es una potencia culinaria de primer nivel. Baste decir que es el país con más estrellas Michelín por habitante del mundo y normalmente esto sólo es posible cuando hay una rica tradición y cultura gastronómica detrás.
Lo primero que llama la atención es la variedad y calidad de los productos, pescados muy frescos procedentes en su mayoría del Mar del Norte, carnes de gran calidad y un enorme surtido de magnificas verduras y frutas. Otro punto indiscutible es el elevado precio de bares y restaurantes en comparación con otros países europeos.
Mención aparte merecen los dos productos icónicos de Bélgica, la cerveza y el chocolate. Es asombrosa la cantidad de marcas de cervezas de gran calidad que es capaz de producir un país tan pequeño. He visto cervecerías con más de 300 cervezas distintas y ¡hasta más de 40 de barril! Si hay algo que define a la cerveza belga además de su excelencia es su alto grado alcohólico, muchas de ellas sobrepasan los 8º y pueden llegar a los 12º. Afortunadamente en todas las cartas además del precio figura la graduación por lo que se puede buscar una que no sea demasiado fuerte.
Y en cuanto al chocolate la profusión de tiendas especializadas es también pasmosa, donde se pueden encontrar todo tipo de elaboraciones si bien el producto estrella son las infinitas variedades de bombones.
Si hay una comida típica en Bélgica esta es sin duda los mejillones con patatas fritas. Se cocinan y sirven en una cazuela honda (normalmente 1,5 kg por ración) y hay muchisimas maneras de prepararlos si bien hay ingredientes como la cebolla, el apio, el puerro, el perejil y la pimienta que suelen estar presentes en la mayoría de las recetas. Algunas llevan nata y por ejemplo la provenzal lleva tomate. Yo los probé de tres formas, al vino blanco, con ajo y curry y a la marinera
Con vino blanco es como más me gustaron. Es curioso, o al menos distinto de lo que se suele hacer por aquí, que las verduras se suelen poner crudas y se hacen al vapor junto con los mejillones.
En cuanto a las patatas fritas se sirven como acompañamiento de practicamente cualquier plato además de venderse en puestos callejeros. Belgas y también turistas las devoran con fruición. Suelo evitar las frituras en mi dieta pero al menos las probé cada vez y hay que reconocer que siempre eran buenas, fritas al momento (por supuesto jamás congeladas), crujientes por fuera y nada aceitosas.
Otro plato muy tradicional es la carbonada flamenca, que consiste en un estofado de carne de vaca con verduras guisadas con cerveza y un poco de azúcar. En la carta siempre o casi siempre se indica la marca de la cerveza que se ha utilizado en su preparación, algo a lo que se concede, como es lógico, gran importancia.
La salsa estaba para volverse loco untando pan.
También se preparan otras carnes guisándolas con cerveza (incluso pescados). Otro plato de este tipo que es muy típico es el conejo a la cerveza, como el que podéis ver en esta foto
Este plato, aunque estaba bastante bueno, no estoy seguro de que estuviese preparado de forma ortodoxa ya que la salsa llevaba cebollitas francesas y trocitos de tocino y parecía una especie de "bourgignon" hecha con cerveza en lugar de vino.
El otro plato ineludible es el waterzooi, plato típico de Gante aunque se puede comer en toda Bélgica y que contiene pescados, verduras y patatas en un salsa cremosa. También existe el waterzooi de pollo pero intuyo que sea más bien una impostura para abaratar costes o para turistas poco amantes del pescado. El que yo probé llevaba salmón, calamares y mejillones.
Estaba muy conseguido aunque creo que mejoraría con una velouté de pescado como salsa.
La verdad es que me quedé con ganas de probar algunos platos de pescado y marisco que escapaban claramente de mi presupuesto, como por ejemplo la "Bullabesa del Mar del Norte" o el bacalao a la cerveza blanca. De todas formas el que pueda permitírselo debe elegir bien donde comerlos ya que las vistosas montañas de marisco que se exhiben como reclamo en la Rue des Bouchers en Bruselas me recuerdan las paellas mirando a la calle en nuestros restaurantes más orientados a "guiris" y no presagian nada bueno. Recomiendo mucho más la zona de la Place Ste Catherine.
Lo que si probé son dos platos sencillos que estaban en muchas cartas, especialmente el segundo de ellos.
El primero son los arenques al estilo de Bruselas
Se trata básicamente de un plato de encurtidos. Los arenques van rellenos de pepinillos y cebolla encurtida y van acompañados de queso cremoso con alcaparras. No me gusta el queso cremoso pero los arenques estaban muy buenos.
El segundo son los tomates con "crevettes", gambitas grises muy pequeñas pero muy sabrosas. A mi me las sirvieron con mahonesa y las inevitables patatas fritas
También comí un plato de anguilas llamado "Anguilles au vert"
La salsa, hecha con espinacas, perifollo y algo más que no pude traducir no me convenció demasiado aunque se podía comer.
Como os podéis imaginar acompañé todos estos platos con cerveza. He probado todos los tipos, cerveza blanca de trigo, rubias y tostadas, trapenses, lambic, etc. Todas ellas excelentes.
Por destacar algunas me gustó mucho La Chouffe
y no menos magnifica la Tongerlo
También excelente la Blanca de Brujas, cerveza blanca de trigo de sólo 5º con un punto ligeramente ácido y refrescante. En fin, si os gusta la buena cerveza no se me ocurre sitio mejor al que ir, el que más se le acerca es la República Checa.
En el capitulo de postres y dulces destacan por encima de todos los gofres. Los gofres belgas son mundialmente conocidos, en eso no hay discusión. Hay dos tipos, el gofre de Bruselas y el gofre de Lieja (para los que hay dos tipos de planchas distintas). El primero de ellos es rectangular y alargado, de masa muy fina y crujiente. El segundo es ovalado y más compacto, es el tipo de gofre que más conocemos por aquí. Yo probé un gofre de Bruselas con chocolate, hecho al momento en una "gofrería" y ciertamente la masa era muy fina y ligera, pero no le encontré demasiado interés seguramente porque no soy aficionado a los dulces. La verdad es que no se me ocurre mejor postre que entrar en una tienda de Godiva o Leonidas (probablemente las mejores) y comprar un par de bombones...
En resumen, hay estímulos más que suficientes a nivel gastronómico para planear un viaje a este bonito país, al margen de los culturales y estéticos que no son objeto de este blog.
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Lo primero que llama la atención es la variedad y calidad de los productos, pescados muy frescos procedentes en su mayoría del Mar del Norte, carnes de gran calidad y un enorme surtido de magnificas verduras y frutas. Otro punto indiscutible es el elevado precio de bares y restaurantes en comparación con otros países europeos.
Mención aparte merecen los dos productos icónicos de Bélgica, la cerveza y el chocolate. Es asombrosa la cantidad de marcas de cervezas de gran calidad que es capaz de producir un país tan pequeño. He visto cervecerías con más de 300 cervezas distintas y ¡hasta más de 40 de barril! Si hay algo que define a la cerveza belga además de su excelencia es su alto grado alcohólico, muchas de ellas sobrepasan los 8º y pueden llegar a los 12º. Afortunadamente en todas las cartas además del precio figura la graduación por lo que se puede buscar una que no sea demasiado fuerte.
Y en cuanto al chocolate la profusión de tiendas especializadas es también pasmosa, donde se pueden encontrar todo tipo de elaboraciones si bien el producto estrella son las infinitas variedades de bombones.
Si hay una comida típica en Bélgica esta es sin duda los mejillones con patatas fritas. Se cocinan y sirven en una cazuela honda (normalmente 1,5 kg por ración) y hay muchisimas maneras de prepararlos si bien hay ingredientes como la cebolla, el apio, el puerro, el perejil y la pimienta que suelen estar presentes en la mayoría de las recetas. Algunas llevan nata y por ejemplo la provenzal lleva tomate. Yo los probé de tres formas, al vino blanco, con ajo y curry y a la marinera
Con vino blanco es como más me gustaron. Es curioso, o al menos distinto de lo que se suele hacer por aquí, que las verduras se suelen poner crudas y se hacen al vapor junto con los mejillones.
En cuanto a las patatas fritas se sirven como acompañamiento de practicamente cualquier plato además de venderse en puestos callejeros. Belgas y también turistas las devoran con fruición. Suelo evitar las frituras en mi dieta pero al menos las probé cada vez y hay que reconocer que siempre eran buenas, fritas al momento (por supuesto jamás congeladas), crujientes por fuera y nada aceitosas.
Otro plato muy tradicional es la carbonada flamenca, que consiste en un estofado de carne de vaca con verduras guisadas con cerveza y un poco de azúcar. En la carta siempre o casi siempre se indica la marca de la cerveza que se ha utilizado en su preparación, algo a lo que se concede, como es lógico, gran importancia.
La salsa estaba para volverse loco untando pan.
También se preparan otras carnes guisándolas con cerveza (incluso pescados). Otro plato de este tipo que es muy típico es el conejo a la cerveza, como el que podéis ver en esta foto
Este plato, aunque estaba bastante bueno, no estoy seguro de que estuviese preparado de forma ortodoxa ya que la salsa llevaba cebollitas francesas y trocitos de tocino y parecía una especie de "bourgignon" hecha con cerveza en lugar de vino.
El otro plato ineludible es el waterzooi, plato típico de Gante aunque se puede comer en toda Bélgica y que contiene pescados, verduras y patatas en un salsa cremosa. También existe el waterzooi de pollo pero intuyo que sea más bien una impostura para abaratar costes o para turistas poco amantes del pescado. El que yo probé llevaba salmón, calamares y mejillones.
Estaba muy conseguido aunque creo que mejoraría con una velouté de pescado como salsa.
La verdad es que me quedé con ganas de probar algunos platos de pescado y marisco que escapaban claramente de mi presupuesto, como por ejemplo la "Bullabesa del Mar del Norte" o el bacalao a la cerveza blanca. De todas formas el que pueda permitírselo debe elegir bien donde comerlos ya que las vistosas montañas de marisco que se exhiben como reclamo en la Rue des Bouchers en Bruselas me recuerdan las paellas mirando a la calle en nuestros restaurantes más orientados a "guiris" y no presagian nada bueno. Recomiendo mucho más la zona de la Place Ste Catherine.
Lo que si probé son dos platos sencillos que estaban en muchas cartas, especialmente el segundo de ellos.
El primero son los arenques al estilo de Bruselas
Se trata básicamente de un plato de encurtidos. Los arenques van rellenos de pepinillos y cebolla encurtida y van acompañados de queso cremoso con alcaparras. No me gusta el queso cremoso pero los arenques estaban muy buenos.
El segundo son los tomates con "crevettes", gambitas grises muy pequeñas pero muy sabrosas. A mi me las sirvieron con mahonesa y las inevitables patatas fritas
También comí un plato de anguilas llamado "Anguilles au vert"
La salsa, hecha con espinacas, perifollo y algo más que no pude traducir no me convenció demasiado aunque se podía comer.
Como os podéis imaginar acompañé todos estos platos con cerveza. He probado todos los tipos, cerveza blanca de trigo, rubias y tostadas, trapenses, lambic, etc. Todas ellas excelentes.
Por destacar algunas me gustó mucho La Chouffe
Cerveza rubia fuerte, algo turbia y de un sabor intenso. Soberbias las trapenses Orval, La Trappe y Westmalle
y no menos magnifica la Tongerlo
También excelente la Blanca de Brujas, cerveza blanca de trigo de sólo 5º con un punto ligeramente ácido y refrescante. En fin, si os gusta la buena cerveza no se me ocurre sitio mejor al que ir, el que más se le acerca es la República Checa.
En el capitulo de postres y dulces destacan por encima de todos los gofres. Los gofres belgas son mundialmente conocidos, en eso no hay discusión. Hay dos tipos, el gofre de Bruselas y el gofre de Lieja (para los que hay dos tipos de planchas distintas). El primero de ellos es rectangular y alargado, de masa muy fina y crujiente. El segundo es ovalado y más compacto, es el tipo de gofre que más conocemos por aquí. Yo probé un gofre de Bruselas con chocolate, hecho al momento en una "gofrería" y ciertamente la masa era muy fina y ligera, pero no le encontré demasiado interés seguramente porque no soy aficionado a los dulces. La verdad es que no se me ocurre mejor postre que entrar en una tienda de Godiva o Leonidas (probablemente las mejores) y comprar un par de bombones...
En resumen, hay estímulos más que suficientes a nivel gastronómico para planear un viaje a este bonito país, al margen de los culturales y estéticos que no son objeto de este blog.