En el Faro de Cullera y a pocos metros de la playa se ubica este soberbio restaurante en términos arquitectónicos y de diseño. Salas espaciosas, vistas espectaculares, elegancia, modernidad y un ambiente de cierta "distinción" definen este restaurante que en lo gastronómico, a pesar de que la comida se puede considerar como bastante buena en términos generales, no cumple del todo con las expectativas que pudieran crearse. Os cuento lo que pude probar y mis impresiones al respecto. Para comenzar un par de ostras por cabeza
Puesto que se trata de un producto y no de una elaboración lo único que cabe juzgar es su frescura y su calidad. A todos nos parecieron excelentes aunque hubo quien sacó la carta equivocada y horas después experimentó dolores abdominales intensos, con toda probabilidad a causa de uno de los moluscos. Siempre se ha considerado una actividad de riesgo la ingestión de ostras crudas, no te matará pero te regalará unas horas o días de cierta miseria. Lo más desconcertante es que una ostra contaminada por bacterias vibrio vulnificus, vibrio parahaemolyticus, etc..salvo en casos palmarios suele oler, saber y tener el mismo aspecto que una ostra sana por lo que el tener cierta experiencia en este caso no te asegura el estar a salvo así que...cada uno tiene que decidir el riesgo que quiere asumir.
Siguieron unos entrantes, el primero de los cuales fue el creppe relleno de vieiras, gambas, verduritas y salsa de mejillones
Claramente el plato más flojo, podría decirse que fallaba todo. Para empezar la propia masa del creppe que parecía más un canelón con ese queso semifundido adherido a su superficie. El relleno completamente amorfo y de sabor plano en el que no se distinguían los ingredientes. La salsa pastosa y sin gracia ninguna. En conjunto un plato mediocre siendo benévolos, impropio de un restaurante con ínfulas de "alta gastronomía".
El siguiente entrante fue una tarta Tatín de foie con manzana caramelizada y reducción de PX.
No soy aficionado al foie pero lo probé y hay que reconocer que la tatín estaba bien hecha, la manzana estaba deliciosa y las capitas de bizcocho muy finas y crujientes le daban un contraste de textura muy agradable, lástima que no me guste el foie. En cuanto a las reducciones de Pedro Ximenez, vinagres balsámicos, etc...se ha abusado tanto y tan arbitrariamente en los últimos años en la gastronomia, añadiéndoselo a casi todo viniera o no a cuento (como una especie de ketchup para adultos) que ya me produce un cierto rechazo casi automático, y eso que este es uno de los platos a los que les va francamente bien.
Ya metidos en los platos principales mi segunda opción, pues la primera que era un plato de lenguado se había agotado, fue un lomo de bacalao confitado con muselina suave de ajo, verduritas y aceite al carbón .
El bacalao es uno de esos pescados que aun gustándome soy bastante reacio a pedirlo ya que han sido demasiadas veces en las que me lo han servido ya sea seco, duro o con exceso de sal. El motivo lo atribuyo a partes iguales a la mala calidad de ciertos bacalaos y a la impericia (o desidia) de determinados cocineros a la hora de desalarlo y cocinarlo. En este caso estaba excelente de punto, jugoso y con la sal justa. La muselina, también muy buena, acompañaba perfectamente dándole untuosidad y las verduritas al dente, crocantes, completaban un plato muy bien ejecutado y que me resarce de los "malos bacalaos" del pasado.
Pude probar también el Carre de cordero lechal lacado con miel al romero, su jugo, cremoso de patata trufada y habitas baby
Muy bueno de sabor, más que nada por la calidad de la carne y el buen punto de cocción, ya que el realce que se le podía haber dado con el lacado de miel era mínimo. En cuanto al cremoso de patata "trufada" es un curioso nombre para designar a un puré de patatas ya que si trufada quiere decir que contiene trufa puedo apostar a que no contenía la más mínima traza de este tubérculo. Y por ultimo incluir un producto que no está en temporada como las habitas y por lo tanto más que probablemente congelado no me parece muy buena idea.
En lo que a los postres se refiere pude probar dos, la opción a era pedir un strudel de frutas tropicales pero no les quedaba y pedí un tiramisú.
Pocos platos han sido tan maltratados como éste a lo largo y ancho de toda la geografía española, se sirven autenticas aberraciones bajo el nombre de este gran postre italiano, y eso que no es nada difícil hacer un tiramisú decente. Este en concreto estaba bastante correcto, mejorable desde luego pero al menos la textura era bastante buena, se percibía bien el sabor del mascarpone y el café, y no soltaba medio litro de líquido cuando hundías la cuchara. Por ultimo el Coulant casero de chocolate, salsita de galleta María y helado de vainilla de Papantla.
Lo de incluir la ciudad de Papantla, en México, celebre por sus famosos "voladores" y por la producción de vainilla, en el nombre del plato parece un tanto grandilocuente teniendo en cuenta que el helado de vainilla era de lo más normalito y que llegó semiderretido, de poco sirve aquí la denominación de origen. En cuanto al coulant en si era excelente, con chocolate de calidad y en su punto justo de horneado, con el interior líquido y el exterior esponjoso.
En resumen una comida un tanto irregular a la que le falta pulir bastantes detalles y a la que ni el privilegiado enclave ni el protocolario servicio justifican un precio que a mi juicio está por encima de la calidad. Cuesta imaginar que este restaurante pudiese funcionar así de bien, estaba completamente lleno, en un entorno con más competencia gastronómica de calidad o sin la gran afluencia de turistas que cada verano acuden a esta bonita localidad de nuestro litoral.
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Puesto que se trata de un producto y no de una elaboración lo único que cabe juzgar es su frescura y su calidad. A todos nos parecieron excelentes aunque hubo quien sacó la carta equivocada y horas después experimentó dolores abdominales intensos, con toda probabilidad a causa de uno de los moluscos. Siempre se ha considerado una actividad de riesgo la ingestión de ostras crudas, no te matará pero te regalará unas horas o días de cierta miseria. Lo más desconcertante es que una ostra contaminada por bacterias vibrio vulnificus, vibrio parahaemolyticus, etc..salvo en casos palmarios suele oler, saber y tener el mismo aspecto que una ostra sana por lo que el tener cierta experiencia en este caso no te asegura el estar a salvo así que...cada uno tiene que decidir el riesgo que quiere asumir.
Siguieron unos entrantes, el primero de los cuales fue el creppe relleno de vieiras, gambas, verduritas y salsa de mejillones
Claramente el plato más flojo, podría decirse que fallaba todo. Para empezar la propia masa del creppe que parecía más un canelón con ese queso semifundido adherido a su superficie. El relleno completamente amorfo y de sabor plano en el que no se distinguían los ingredientes. La salsa pastosa y sin gracia ninguna. En conjunto un plato mediocre siendo benévolos, impropio de un restaurante con ínfulas de "alta gastronomía".
El siguiente entrante fue una tarta Tatín de foie con manzana caramelizada y reducción de PX.
No soy aficionado al foie pero lo probé y hay que reconocer que la tatín estaba bien hecha, la manzana estaba deliciosa y las capitas de bizcocho muy finas y crujientes le daban un contraste de textura muy agradable, lástima que no me guste el foie. En cuanto a las reducciones de Pedro Ximenez, vinagres balsámicos, etc...se ha abusado tanto y tan arbitrariamente en los últimos años en la gastronomia, añadiéndoselo a casi todo viniera o no a cuento (como una especie de ketchup para adultos) que ya me produce un cierto rechazo casi automático, y eso que este es uno de los platos a los que les va francamente bien.
Ya metidos en los platos principales mi segunda opción, pues la primera que era un plato de lenguado se había agotado, fue un lomo de bacalao confitado con muselina suave de ajo, verduritas y aceite al carbón .
El bacalao es uno de esos pescados que aun gustándome soy bastante reacio a pedirlo ya que han sido demasiadas veces en las que me lo han servido ya sea seco, duro o con exceso de sal. El motivo lo atribuyo a partes iguales a la mala calidad de ciertos bacalaos y a la impericia (o desidia) de determinados cocineros a la hora de desalarlo y cocinarlo. En este caso estaba excelente de punto, jugoso y con la sal justa. La muselina, también muy buena, acompañaba perfectamente dándole untuosidad y las verduritas al dente, crocantes, completaban un plato muy bien ejecutado y que me resarce de los "malos bacalaos" del pasado.
Pude probar también el Carre de cordero lechal lacado con miel al romero, su jugo, cremoso de patata trufada y habitas baby
Muy bueno de sabor, más que nada por la calidad de la carne y el buen punto de cocción, ya que el realce que se le podía haber dado con el lacado de miel era mínimo. En cuanto al cremoso de patata "trufada" es un curioso nombre para designar a un puré de patatas ya que si trufada quiere decir que contiene trufa puedo apostar a que no contenía la más mínima traza de este tubérculo. Y por ultimo incluir un producto que no está en temporada como las habitas y por lo tanto más que probablemente congelado no me parece muy buena idea.
En lo que a los postres se refiere pude probar dos, la opción a era pedir un strudel de frutas tropicales pero no les quedaba y pedí un tiramisú.
Pocos platos han sido tan maltratados como éste a lo largo y ancho de toda la geografía española, se sirven autenticas aberraciones bajo el nombre de este gran postre italiano, y eso que no es nada difícil hacer un tiramisú decente. Este en concreto estaba bastante correcto, mejorable desde luego pero al menos la textura era bastante buena, se percibía bien el sabor del mascarpone y el café, y no soltaba medio litro de líquido cuando hundías la cuchara. Por ultimo el Coulant casero de chocolate, salsita de galleta María y helado de vainilla de Papantla.
Lo de incluir la ciudad de Papantla, en México, celebre por sus famosos "voladores" y por la producción de vainilla, en el nombre del plato parece un tanto grandilocuente teniendo en cuenta que el helado de vainilla era de lo más normalito y que llegó semiderretido, de poco sirve aquí la denominación de origen. En cuanto al coulant en si era excelente, con chocolate de calidad y en su punto justo de horneado, con el interior líquido y el exterior esponjoso.
En resumen una comida un tanto irregular a la que le falta pulir bastantes detalles y a la que ni el privilegiado enclave ni el protocolario servicio justifican un precio que a mi juicio está por encima de la calidad. Cuesta imaginar que este restaurante pudiese funcionar así de bien, estaba completamente lleno, en un entorno con más competencia gastronómica de calidad o sin la gran afluencia de turistas que cada verano acuden a esta bonita localidad de nuestro litoral.