Por el motivo que sea en Valencia la representación de la gastronomía vasca, en lo que a restaurantes especializados se refiere, es escasa. Ahora mismo sólo me vienen a la cabeza, si exceptuamos alguna franquicia como Lizarran, Sagardi y Orio - ambos del grupo Sagardi-, La Casita de Sabino - anteriormente Kailuze- y Leixuri. De todos ellos Leixuri es con mucha diferencia el que cuenta con una trayectoria más dilatada, ya que abrió sus puertas hace 30 años, que en los tiempos que corren no es moco de pavo. Podría decirse que es un local familiar aunque algo descuidado en el que da la impresión de que la mayoría de clientes son parroquianos habituales. Como una primera toma de contacto optamos por pedir el menú, que consta de tres entrantes, segundo a elegir y postre. La cosa empezó a torcerse desde el principio y después continúo cuesta abajo y sin frenos. Si pensáis que este huevo relleno de cosas - cebolla, atún, mayonesa - encima de unos montocitos de arroz al estilo risotto tiene un aspecto poco apetitoso, acertáis.
Tiene todo el aspecto de ser un recurso ad hoc para reciclar cosas que han sobrado de otras elaboraciones.
El caldo o consome, que venía con una pequeña pelota o albóndiga era sustancioso pero demasiado salado, resultaba duro de tragar por este motivo.
Y en los pimientos del piquillo rellenos de ternera encontramos de nuevo ese exceso salino, especialmente en la salsa.
El relleno era anodino y nada apetitoso. Creo que en este caso las fotos son un fiel reflejo de la realidad ya que transmiten perfectamente la sensación que provoca la comida al probarla.
De segundo Tacos de bacalao al pil pil.
Como se aprecia perfectamente el pil pil está parcialmente cortado, de ahí que haya ese aceite líquido en el plato. El bacalao era de muy baja calidad, recortes - de hay lo de tacos - que han quedado después de seleccionar las partes más valoradas. Estaba más bien correoso y reseco.
De postre Leche frita, un auténtico empastre, textura pastosa y sabor disuasorio.
Parecía una tortilla poco hecha de interior viscoso, con una cucharadita tuve suficiente. El helado de leche merengada era extremadamente empalagoso.
Como podéis fácilmente deducir una decepción total, una comida triste con toda la pinta de estar hecha a base de sobras, no me esperaba algo ni remotamente parecido. Si me vais a decir que debí haber pedido a la carta, no me sirve en absoluto. Un buen restaurante no ofrece nunca un plato que no tenga la calidad suficiente.
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