Pizzería La Gatta

Luca La Gatta es un pizzero que, a pesar de su juventud, cuenta con un bagaje de veinte años preparando pizzas en Londres, donde empezó desde abajo, fregando platos en una cadena de pizzerías express, y consiguió no sólo abrir su propio restaurante sino ganarse el reconocimiento a la calidad de sus pizzas napolitanas. Nuestra visita a la pizzería La Gatta en Valencia venía precedida de críticas entusiastas -y muy parecidas- en distintas publicaciones, que la situaban poco más o menos como la mejor pizzería de Valencia. No coincido con ese veredicto, por los motivos que en breve expondré. Hemos comido correctamente pero no ha sido nada extraordinario. He tenido mejores experiencias, alguna de ellas muy reciente, en el terreno de la pizza. No pretendo postular, el mundo de la cocina es algo muy subjetivo y simplemente expongo mis opiniones.

Como entrante, y tras constatar que de las dos ensaladas que había en la carta no les quedaba ninguna -un error logístico sobre el que no tengo nada que objetar, son cosas que simplemente pasan- decidimos pedir el Carpaccio de bresaola




Sin ser de las mejores bresaolas que ha probado, estaba bien. Habría agradecido un poco más de parmesano, cuya presencia era mínima pero el principal e incomprensible error del plato es ponerle escamas de sal por encima. ¿Que sentido tiene ponerle a la bresaola, que es básicamente una cecina de vaca, sal por encima? ¿Serviríais un plato de jamón añadiéndole escamas de sal? Pues eso.

La focaccia que pedimos para acompañar




pecaba del mismo defecto, como creo que se pude apreciar en la foto, una cantidad manifiestamente excesiva de sal en su superficie. La verdad es que esta masa no se corresponde con lo que yo entiendo por focaccia, que es más esponjosa que la masa de pizza que nos sirvieron. Igual estoy equivocado pero al menos es como normalmente la he comido y como más me gusta.

Llegamos al meollo de la cuestión que no es otro que las pizzas, la Pizza Napoletana con mozzarela, tomate, anchoas, alcaparras y aceitunas la encontré buena.




Excelente la masa, fina, bien cocida y ligera, no resulta nada pesada. Buenos ingredientes en una combinación más que contrastada que la hacen apetitosa. En todo caso, aunque esto es algo bastante generalizado, al ser la masa tan fina el agua del tomate hace que se reblandezca bastante por el centro con lo que al final para poder comértela prácticamente tienes que enrollar una porción sobre si misma, quizás se podría reducir un poco la cantidad de agua del tomate para evitar este efecto.

En cuanto a la pizza vegana




volvemos con esas cuestiones que soy incapaz de entender y que me gustaría que alguien me explicase algún día. ¿Que sentido tiene preciarse de tener la mejor mozzarela traída ex profeso de Italia, los mejores tomates San Marzano -estoy hablando en un caso genérico-, etc, para después poner unos pimientos rojos en conserva y unas alcachofas idem? Estando en plena temporada de alcachofas y siendo el pimiento un producto barato y disponible todo el año. Lo mismo puede decirse de los champiñones, aunque esta pizza en concreto no llevaba. El regustillo del ácido cítrico que se emplea como conservante desvirtúa el sabor de la pizza y hace inútil cualquier esfuerzo por salvarla. Una autentica lástima.

Como postre podéis pedir el tradicional tiramisú servido de una forma nada tradicional.




Más que deconstruido podríamos decir que sin construir, os servirán por separado la crema de mascarpone y huevos, el café, los bizcochitos de soletilla -o savoiardi, como prefiráis llamarlos- y el cacao. En un cuenco lo vais montando de la forma habitual, capas de bizcocho empapado en café, crema de mascarpone y cacao. Es divertido y además sorprende que un tiramisú  - que generalmente se suele dejar reposar de un día para otro- esté bastante bueno así recién hecho. La "culpa" sin duda la tiene la crema de mascarpone, que es realmente magnífica, bien espesa y con un gran sabor, sin exceso de azúcar.

Poco más podemos decir, en mi opinión buenas pizzas en cuanto a su elaboración pero con algunas malas decisiones a la hora de elegir los ingredientes. Lo difícil y crucial, que es la masa, sin duda es un aspecto que dominan. Otro punto muy a mejorar es el de las bebidas, cuya oferta, ya sea en cervezas o vinos, es pírrica.

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