Trinquet de Pelayo

Conocido como "La Catedral de la Escala i Corda", el Trinquet de Pelayo es el espacio más antiguo y con más pedigrí donde se practica el deporte de la pilota valenciana, al menos en esta modalidad. Con 150 años de historia  a sus espaldas, este trinquet ha visto pasar por su cancha y por sus gradas a generaciones y generaciones de valencianos que lo han convertido en una seña de identidad de la ciudad de Valencia. El único acceso al trinquet siempre ha sido un humilde bar en el número 6 de la calle Pelayo -hoy en día llena de tiendas y restaurantes asiáticos- y que desde hace unos meses se ha reconvertido en el "Gastro Trinquet de Pelayo", un restaurante que ofrece cocina tradicional valenciana -como no podía ser de otra manera- con el toque personal del chef Pablo Margós. La decoración me ha parecido un completo acierto, plagada de referencias al mundo de la pilota como esta espectacular mano que preside uno de los laterales del comedor.



Desde su inauguración he ido leyendo algunas críticas de lo más diverso, lo cierto es que en mi primera incursión he comido estupendamente. Comenzamos con el Timbal de Sepia ,"homenaje a las Bairetas de Chiva", restaurante donde oficiaba Margós antes de recalar aquí.


Es poco más que una ensaladilla que combina trocitos de sepia y de patata con una mayonesa al ajo. Un bocado sencillo y al mismo tiempo apetitoso, una presentación diferente para una tapa tan clásica como es la sepia con mayonesa.

En las alcachofas jovenes y crujientes con romesco


se observa una gran desigualdad entre las alcachofas, que están deliciosas, y la salsa, único punto flojo de la comida. No era romesco en absoluto, era una salsa de tomate, bastante dulce, con trocitos que parecen ser de almendra. Ni rastro de ñora, de vinagre, de avellanas, de las cosas que hacen que el romesco sea lo que es.

Las croquetas de jamón también están ricas


crujiente rebozado de panko e interior jugoso.

He comido unas cuantas veces Mollejas de ternera -también llamadas lleterolas en Valencia-, pero nunca a la brasa, y la verdad es que las brasas le dan un sabor impresionante


Servidas con una crema de nabos y hojas de mostaza están espectaculares.

Como plato "principal" me decidí por el Rodaballo -uno de mis pescados favoritos- con verduras a la brasa.


El pescado, cocinado con la espina para que conserve todo su sabor, tenía un buen punto de cocción y estaba muy sabroso. Las patatas estaban buenísimas, al igual que los ajetes. A veces los platos más sencillos son los que más se disfrutan.

En esta ocasión no hubo espacio para el postre, quedamos satisfechos en todos los sentidos. La carta está llena de platos sugerentes que espero ir probando en próximas visitas. Y si os gusta el sonido de la vaqueta ya sabéis, podéis empalmar la partida con el desayuno, o el almuerzo, o la comida... eso si, acordaos de reservar con unos días de antelación ya que el restaurante se llena, en este caso entiendo perfectamente porqué.


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