Wei Wei

Hacía bastante tiempo que no me servían una comida tan detestable. Ni siquiera tenía pensado comer allí, pero me olvidé de que el restaurante al que quería ir cierra los domingos - debe ser de los pocos chinos que lo hagan-, venía de la piscina y tenía hambre, así que improvise una alternativa sobre la marcha. El resultado demuestra que también en Chinatown hay espacio para la impostura y la sordidez. Aunque sea adelantarme a los acontecimientos, os puedo decir que me fui literalmente sin comer. 

El drama comenzó con estos wonton fritos. 


Si me preguntáis de que estaban rellenos, no sabría deciros, en realidad casi era preciso un microscopio electrónico para visualizar el relleno, de tan exiguo que era. Quizás algún resto de surimi triturado con algún otro desecho. Sin relleno, sin salsa, una masa frita, aceitosa y seca, os podéis imaginar lo bueno que estaba. 

Seguimos con esta sopa de ternera y fideos de arroz. 


Sin caldo no hay sopa, y en este caso el caldo sabía mas o menos a agua turbia. Los fideos finos de arroz poco sabor podían tener, remojados en esta solución, y la ternera habría tenido dificultad para cumplir los requisitos mínimos de la comida para mascotas. El engendro se completaba con un huevo y unas hojas de pak choi. Teniendo a pocos metros restaurantes chinos donde sirven excelentes sopas, si quien viene a comer esto lo hace porque le gusta, y no por accidente como yo, mi comprensión de la naturaleza humana es aun menor de lo que pensaba. 

Y el atentado contra mi equilibrio anímico concluyó con estas gambas salteadas con anacardos. 


Lo que hace incomestible este plato es una salsa viscosa, una especie de babosidad, indescriptiblemente nauseabunda, que no se si se puede apreciar en la foto. Lo peor es que como llegó todo prácticamente de golpe, no pude decirles que pararan y no me trajesen nada mas. Con un humor de perros me fui directamente a casa a hacerme un club sándwich, en realidad algo parecido ya que no tenía todos los ingredientes. Este es el precio que se ha de pagar cuando se tiene una naturaleza intrépida y aventurera, a veces uno tiene que pasar por estas situaciones tan ominosas. Si gracias a esto evito que alguien tenga que pasar por lo mismo, ya habré hecho mi contribución navideña para hacer de este mundo un lugar mejor donde vivir.

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