Hay restaurantes en los que al mismo entrar uno se siente cómodo, esto es lo que pasa en el local regentado por Arturo Salvetti. Su decoración minimalista, su iluminación indirecta y muy bien estudiada, el trato cercano enseguida nos predisponen a pasar un rato agradable. Si además, como veremos enseguida, la comida acompaña, no hay duda de que es un sitio realmente recomendable, incluso en el entorno de Ruzafa donde existe una competencia feroz. Como curiosidad decir que me encanta la colorida representación de la gallineta, ese pescado tan valioso para hacer magníficos caldos y al mismo tiempo tan poco conocido y que es el logo y emblema de éste restaurante y podemos encontrar en sus paredes. Como reza en su cartel la cocina de La Gallineta es una cocina de mercado con un toque creativo, en ésta ocasión nos apetecía probar platos clásicos y eso es lo que hicimos, a veces es reconfortante reencontrarse con sabores de siempre. Comenzamos por una Ensaladilla con un crujiente pan con aceitunas:
La ensalada Olivier, que aquí nos gusta llamar ensaladilla rusa a pesar de que en Rusia se hace con pollo en lugar de atún o bonito es uno de esos platos que a pesar de su sólo aparente sencillez, nunca es exactamente igual, en cada sitio tiene su toque característico. Esta me pareció bastante buena, me trajo a la memoria la que hacía mi padre, con aceitunas, encurtidos variados, etc...la combinación con el pan crujiente es interesante como sustitución de las características rosquillas.
Las Croquetas en éste caso, que por cierto tenían un buen tamaño, eran de txangurro, pollo y queso de cabra con espinacas.
Me gustaron mucho las de pollo y txangurro, con la carne deshilachada en lugar de picada y realmente muy jugosas, y me pareció más corriente la de queso de cabra y espinacas, con una presencia casi nula de las espinacas.
Los Boquerones en adobo
estaban macerados de la misma forma que se suele hacer con el cazón y algunos otros pescados como la pescadilla, con comino, pimentón, ajo y vinagre. Una vez fritos resultaban realmente deliciosos, nunca los había comido así, el punto de maceración estaba muy bien ajustado. Un gran bocado.
En cuanto a los Figatells de sepia con salsa de almendra
que son una especie de albóndigas (a veces se hacen con forma de hamburguesa), típicas de Denia y que se hacen fundamentalmente con una mezcla de sepia, pan, leche, ajo y perejil no nos gustó y así lo hicimos saber. A mi juicio el interior tenía un textura y un sabor harinoso, como a harina cruda. El camarero lo devolvió a la cocina y volvió transmitiendo las disculpas del equipo de cocina que reconoció que la elaboración no había estado acertada. Todos cometemos a veces un error así que no hay nada más que decir, es un hecho aislado dentro de una cena en la que todo lo demás estaba bueno así que lo considero una simple anécdota.
Llegamos al Steak Tartar
Soy un amante de lo crudo así que he comido muchos steak tartar. Desde éste momento el de La Gallineta es uno de mis favoritos. Estaba buenísimo, buena carne bien picada a cuchillo y muy equilibrado en cuanto a condimentos, la cebolla, los pepinillos, la mostaza, la salsa Perrins, estaban bien dosificados para dar sabor sin enmascarar la carne. No dudéis en pedirlo.
Como postre en la carta tienen uno que dirigido a adictos al chocolate como yo es de un marketing al que es imposible oponerse, Explosión de chocolate
Diferentes texturas de chocolate, helado, mousse, bizcocho y barquillo acompañado de unas frambuesas en una estética y apetitosa composición. Una buena manera de quitarse la ansiedad por el cacao e irse con un muy buen sabor de boca.
Es posible pedir también platos más elaborados o de cuchillo y tenedor por así decirlo y más creativos, depende del tipo de comida o cena que os apetezca ese día, los probaremos en la próxima visita. Platos bien elaborados con buenos productos y a precios razonables, cocina transparente y nada pretenciosa, una apuesta segura sin complicaciones.
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