El último restaurante abierto por el grupo Vicios, propietario de La Pappardella (uno de mis italianos favoritos en Valencia), Al Pomodoro, los Sorsi e Morsi y la Chipirona Playa, nos ha dejado en esta primera visita una impresión positiva. Al margen de algún pequeño fallo, que más adelante comentaremos, nos encontramos con una comida hecha con buen gusto, platos bastante trabajados con sabores bien conjuntados y delicadas presentaciones. Son ese tipo de platos que cuando los ves llegar a la mesa sabes que, más allá de que te vayan a gustar más o menos, han sido preparados con esmero por personas que conocen su oficio. Al entrar al restaurante lo primero que te encuentras es la barra y la cocina, lo cual, de alguna forma, siempre nos transmite una sensación de transparencia y honestidad. A mediodía entre semana podéis optar entre dos menús, además de la carta. El primero de los menús incluye un entrante, un principal y postre por 12,50 € y el segundo tres entrantes, un principal y postre por 15,50 €. Elegimos el segundo, que comenzó por esta Ensalada de remolacha, rabanito, manzana verde, sardina ahumada, yogur especiado y salsa ácida (creo que de mango)
Me gustó mucho este platillo, un juego de contrastes muy conseguido entre el sabor dulce de la remolacha, el salado de la sardina, el ácido del yogur y la salsa, la textura crujiente de la manzana y el rábano, la cremosidad del yogur. Me trae recuerdos de platos rusos como el "Borsch de verano", que lleva remolacha y yogur, y la ensaladilla de remolacha y arenques.
La crema de cocido con boniato, morcilla, espinacas de arroz y alioli
estaba muy buena, es algo así como una esencia de cocido. La crema de cocido era sabrosa y al mismo tiempo ligera. Todos los "tropezones" le dan valor añadido al plato. Incluso la morcilla, que no es algo que me guste especialmente, la encontré muy agradable en este contexto. Como simple sugerencia quizás sería interesante encontrarse tres o cuatro garbanzos, pero no hay ninguna objeción que poner.
El Crujiente de pato con parmentier de boletus
aunque es lo de menos, creo que la salsa de boletus no llevaba patata, en cuyo caso seguramente es inapropiado llamarla parmentier. El pato está tierno y rico y la salsa tiene un sabor excelente donde los boletus son muy reconocibles. También hay un toque picante que se agradece. Sin embargo, dado que es un plato de cierto contenido graso, creo que hay que medir muy bien (o quizás eliminar) la cantidad de mayonesa, con la que se pone aparte en un extremo del plato habría sido suficiente. No pude evitar pensar que algún toque ácido que "desgrasase" le habría ido fenomenal. Un buen plato que en mi opinión se puede pulir un poco.
Como plato principal, tanto mi compañero de trabajo (y sin embargo amigo) como yo elegimos el Bacalao confitado con bimi a la brasa, manzana, calabacín y tinta de calamar (en esta ocasión fuimos únicamente dos comensales)
El plato está correcto en términos generales, las verduras están al dente, la salsa de tinta y la mayonesa de aguacate (hay quien llama a esto diosa verde) están buenas. El punto mejorable es, valga la redundancia, el punto del bacalao. O quizás, más que el punto, el producto en si, ya que personalmente me gusta mucho más el bacalao desalado que el fresco, queda más jugoso, la textura es más fina y tiene más personalidad. Este bacalao lo encontré un poco seco y con una textura ligeramente correosa. No es un plato desastroso pero no estuvo al nivel del resto de la comida.
En los postres no coincidimos en la elección, así que pudimos probar dos, que estuvieron ambos a muy buen nivel. Este Tiramisú
podría considerarse una deconstrucción del tradicional postre italiano. Encontramos una crema de mascarpone, una tierra o crumble que hace las veces de bizcocho, un helado de café y un crujiente de caramelo. En general resulta arriesgado versionar estos postres tan tradicionales ya que muchas veces uno compara con el original y queda decepcionado. No ha sido este el caso, el resultado me parece coherente y muy divertido de comer, ya que conforme vas mezclando los sabores (perfectamente reconocibles todos ellos) el postre cobra todo su sentido y no decepciona en absoluto. Si sois amantes del tiramisú tradicional, y si no probablemente también, os gustará.
El otro postre es un Brownie con helado de mandarina.
Si os soy sincero creo que el brownie es uno de los postres clásicos que menos me gustan. Me resulta harto difícil de tragar ese bizcocho de chocolate caliente y rebosante de mantequilla que te sirven habitualmente. Por eso concedo bastante merito a este brownie que rompe con ese molde. Como veis aquí el chocolate no está en el bizcocho (muy jugoso por cierto) sino en el fondo del plato, y además es un chocolate negro intenso con contenido lácteo muy bajo, lo cual agradezco encarecidamente. Dos postres de restaurante que se alejan de la clónica repostería apócrifa que nos encontramos con tanta frecuencia.
Como os he dicho varias veces, en mi opinión resulta mucho más determinante las sensación que te queda respecto a lo que has comido y como te lo han servido, que el detalle concreto de este u otro plato. Por lo mismo, sin ninguna duda considero que la Chipirona tiene argumentos más que suficientes para recomendaros que vayáis. En futuras visitas probaremos platos que hemos visto en la carta y que nos parecen muy atrayentes.
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