Lo diré sin rodeos, anoche tuve un gatillazo, gastronómicamente hablando. Cuando llegué al Mercado Central de Valencia para asistir al evento "De Festa al Mercat", en el que se iban a poder degustar tapas hechas con los productos frescos de las distintas paradas, aquello parecía la Plaza de la Virgen en día de traslado de "la Geperudeta" o la plaza del Ayuntamiento el ultimo día de Mascletá... adjunto documento gráfico que ilustra el colapso, no tuve los arrestos necesarios para intentar penetrar en semejante multitud, el temor a un ataque de claustrofobia o de pánico pudo más que la curiosidad, en este caso.
La culpa la tienen los listillos que andan por ahí compartiendo estas cosas en facebook... eso no es todo, anoche todo el Carmen bullía de gente como no se ve ni en Fallas, fruto sin duda de las hordas que, ante la imposibilidad de consumar el plan inicial, buscaron un sitio donde mitigar su pena cenando de forma convencional, en un bar o restaurante, todos ellos desbordados ante tal avalancha no prevista. Así las cosas y tratando de alejarnos un poco del núcleo más ultraturístico acabamos recalando en este local de apariencia un tanto kitsch al que le vendría bien un remozado a fondo. Tras una espera realmente larga, sólo soportada ante la evidencia de la falta de personal para atender a tanta gente y las pocas expectativas de poder cenar en otro sitio, empezamos por probar un Crujiente de bulgur, shitake y pollo
canutillos de pasta filo rellenos de los tres ingredientes mencionados y con una salsa de cebolla caramelizada y almendras. No estaba mal del todo pero la excesiva proporción del trigo en detrimento de los otros dos ingredientes conllevan como consecuencia cierta falta de sabor (y la inapreciación absoluta de las shitake, por ejemplo), el bulgur aporta una textura crujiente muy interesante, motivo por el cual se suele añadir en bastantes platos como por ejemplo el Kibbeh, que curiosamente también estaba en la carta, pero por si sólo no constituye un relleno convincente. La salsa remediaba parcialmente este déficit gustativo.
En cuanto a las croquetas de jamón con bolitas de melón y mermelada de azahar
las croquetas espléndidas, lo mejor de toda la cena, con mucho sabor a jamón, perfectamente sazonadas, crujientes y con poco aceite. Sigo sin entender, por más que la combinación de melón con jamón sea tradicional, que papel jugaban aquí estas bolitas, el hecho de que aparezcan en el extremo opuesto del plato da una primera impresión que luego se confirma en boca, es una mezcla a la que le falta coherencia, son sabores que no se integran cuando los degustamos a la par.
El Dim sum, que en este caso consistía en una colección de pequeños dumplings acompañados con salsa de soja
no estaba tampoco mal, la textura y el sabor de las diferentes masas eran agradables, pero en algunos casos la escasez de relleno se evidenciaba demasiado, todo hay que decir que es algo bastante frecuente en este tipo de dumplings, como nunca he hecho no se deciros si es que es difícil cebarlos más.
Damos paso al carpaccio de atún con mango, rúcula y vinagreta de almendras
es una de esas ocasiones en las que me hubiese gustado equivocarme pero ya antes de probarlo cuando vi tal profusión de aliño enseguida pensé que el atún quedaría casi completamente anulado...y asi fue. Lo que da rabia es que aun así el plato estaba bueno, los sabores estaban bien conjuntados y simplemente con un poco más de finura y comedimiento en el montaje habría resultado un carpaccio excelente.
De postre tenemos la tarta de chocolate con bayleys y la torta moruna de calabaza, ahazar y frutos secos
resultona la torta, sabores pocos habituales en una tarta de calabaza y postre de temporada podríamos decir. Muy pesado el Brownie, con mantequilla a tutiplén, lo cierto es que no soy fan de los brownies y creo que es lo que en la carta debería poner puesto que lo es, pero claro, es algo que está ya más visto que el tebeo y parece que ha perdido glamour.
La sensación es que las aspiraciones de su cocina exceden en este momento a la preparación de su equipo, es algo que soprende nada más leer la carta, parece excesivamente ambiciosa para un sitio en realidad bastante humilde y, eso hay que reconocerselo, de precios moderados. Lo cierto es que es algo que no me paré a valorar a la hora de decidir que pedir, probablemente no es casualidad que lo que mejor estaba fuese algo tradicional como las croquetas. Está bien querer hacer cosas pero hay que saber donde está el nivel de cada uno y no ofrecer lo que aún no dominamos. Si tenéis en cuenta esto a la hora de hacer vuestra comanda posiblemente vuestra opinión sea más favorable, yo volvería para tomarme un par de croquetas y una cerveza.
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