Aprovechando la moda de los gastrobares, hay locales que se cuelgan esta etiqueta de forma demasiado despreocupada, justo lo contrario que el bar del que os vamos a hablar a continuación que a todas luces se trata de un bar gastronómico. A pocos metros de la plaza donde confluyen la calle Eolo y la calle Chile, auténtico epicentro alrededor del cual y en un área pequeña se ubican una cantidad sorprendente de restaurantes de calidad, Ginebre, Tastem, Apicius, Samsha, etc, encontramos este bar de aspecto moderno y sencillo. Tras estudiar con detenimiento la carta y tras ser advertidos de forma muy honesta de que nuestro pedido inicial podía ser excesivo pues las raciones eran generosas pedimos lo siguiente, en el orden en el que fue llegando. Para empezar una ensaladilla con espuma de wasabi
muy fina, con las verduras muy picaditas y un buen punto de acidez en la mahonesa. La espuma de wasabi, aunque es algo bastante arriesgado, tenía un sabor muy leve a wasabi por lo que no era agresiva. Creo que es la segunda mejor ensaladilla que he probado este año, después de la excelsa ensaladilla del Ginebre.
Seguimos con la Tonyina en tartar con soja y wasabi
Cuando la materia prima, en este caso el atún, es de máxima calidad, se necesita poco o ningún aderezo para realzar el sabor. En este caso una cantidad discreta de salsa de soja es suficiente para redondear un tartar fabuloso, en el que el atún casi de deshacía en la boca. Pura golosina marina, lo pediré diez de cada diez veces que vuelva si mantiene esta calidad. Aquí el wasabi ya es mucho más potente, por eso se presenta aparte para que el comensal decida si quiere añadir, yo prescindí de él.
Seguimos con el "Thai duck" con cacahuetes, lima y jenjibre
Sólo por este plato merecería la pena venir al Tonyina, el pato tibio cocinado al vacío, la salsa de cacahuetes y lima, perfecto equilibrio entre la grasa del cacahuete y la acidez refrescante de la lima, los espaguettis de calabacín que aportan textura y sabor, un plato realmente muy conseguido que gusta incluso a los que no somos especialmente devotos del pato, mucho más ligero que los platos que estamos acostumbrados a ver.
Y finalizamos con Patata, Huevo y trufa en su frasco
Una crema o puré de patata bastante "robuchoniano" con la patata muy trabajada y una dosis no despreciable de mantequilla y quizás nata por lo que apenas pude probarla ya que no me llevo nada bien con estos lácteos, un huevo poco cuajado y unas patatas fritas en tiras muy finas. No divisé trufa, quizás llevase aceite aromatizado con trufa. De nuevo sorprende el buen resultado que se consigue con un planteamiento sencillo.
En el terreno de los postres más que notable el Dulce tropical con espuma de fruta de la pasión
En la parte inferior, una especie de compota con trozos de piña, sobre esta trocitos de galleta caramelizada y coronando una espuma de fruta de la pasión muy aterciopelada, seguramente hecha con sifón. Un postre nada empalagoso, refrescantemente ácido y muy equilibrado, realmente apetitoso.
Y para finalizar la Cookie recién horneada con crema de jengibre y chocolate belga
Si sois amantes del chocolate como yo este postre os gustará, el contraste de texturas entre la crujiente cookie y la crema, de temperaturas entre la cookie caliente y la crema templada, es realmente estimulante. Por poner algún pero echaría en falta algo más de presencia del jenjibre, aunque entiendo que haya gente a la que le pueda intimidar un poco el jenjibre en un plato dulce, cosa que a mi me encanta.
En definitiva un experiencia muy grata que a buen seguro se repetirá. Tengo ganas de probar otras especialidades de la carta y en particular las "Tostanyinas" y "Pepitonyinas", algunas de ellas con nombres e ingredientes realmente sugerentes que no tardaré en degustar. Un sitio para tomar tapas de siempre en una versión revisada y mejorada y tapas creativas elaboradas con sensatez y sin artificios, buscando el sabor por encima de otras consideraciones. Os lo recomiendo sin ambages.
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