El fin de semana pasado tuvo lugar en Valencia Gastrónoma 2015, el evento para profesionales del sector gastronómico que éste año por primera vez abrió sus puertas también al público general. Lo que la organización en su página web califica de éxito rotundo atendiendo exclusivamente al número de visitantes yo lo considero como de tremendo despróposito. No es el tipo de crónica, o más bien de anticrónica, que me hubiese gustado hacer pero he estado ya en unos cuantos eventos de este tipo y nunca he visto un descontrol y una desorganización tan absoluta. Vayamos por partes, nada más entrar en el pabellón asignado echamos en falta dos cosas
Un plano de situación de los diferentes stands y sobretodo un programa de eventos con los horarios de las ponencias, talleres, catas, etc, fue imposible conseguirlo por más que busque.
Conforme uno se adentraba por las diferentes instalaciones crecía la desorientación ante la imposibilidad de distinguir que estaba dirigido a los profesionales y que no, que cosas se podían catar sin parecer un "morrudo" y que cosas estaban a la venta y cuales eran simplemente de exposición.
La cosa llegó a su punto álgido con el tema de las consumiciones y los dichosos tickets. Con la entrada de cinco euros te daban tres tickets los cuales podías canjear en unos cuantos puntos donde se servían pequeñas tapas y bebidas. Aquí la confusión era ya total puesto que en algunos sitios los precios estaban en euros, en otros en puntos, lo cual no te aseguraba que se aceptase ese medio de pago como de hecho sucedió. Y para conseguir puntos adicionales aquí ya es donde la organización se cubrió de gloria, al instalar un único y minúsculo mostrador en todo el recinto, prácticamente sin señalizar y atendido por una sóla persona. Tuve que preguntar varias veces para encontrarlo y una vez allí la cola era lo suficientemente intimidante como era de esperar.
Los comentarios de queja eran bastante generalizados y las opiniones que estoy vertiendo eran compartidas por varios expositores con los que pude hablar en relación a la mala imagen que se estaba dando y a la repercusión negativa para sus intereses.
A todo esto no es que los bocados que se podían degustar fuesen una delicatessen, más bien todo lo contrario, calificaría de mediocre la oferta. Aunque eran alrededor de las 14:00, hora de tomar algo sólido, mi irritación iba subiendo cada vez más grados en la escala Richter así que decidí sencillamente abortar la misión antes de lo previsto.
En fin, tengo la impresión de que no tiene demasiado sentido mezclar una feria para profesionales y un evento para el publico aficionado o si se hace debe pensarse un poco la forma adecuada, cosa que, en el mejor de los casos, nadie se paró a hacer
Me interesaría mucho saber cuantos de los que asististeis compartís mi punto de vista.
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