Tanto el lemon grass como la salsa de pescado es posible que algunos de vosotros los desconozcáis o que os sea difícil encontrarlos según donde viváis. El lemon grass, que recibe muchos otros nombres según los países, el más conocido es el de citronela, es una planta cuyos tallos tienen un agradable aroma a limón y que recibe diversos usos culinarios, sobretodo aromatizar platos de pescado y sopas. La salsa de pescado podríamos decir que es el garum moderno, es una salsa muy concentrada que se obtiene a partir de pescado fermentado y que tiene un alto contenido en sal, similar a la salsa de soja, por lo que se utiliza para sazonar platos a los que se les quiere dar un toque de sabor a pescado. En mi caso el lemon grass lo he comprado congelado ya que no he podido encontrarlo fresco, sin embargo es un producto que resiste muy bien la congelación y que una vez descongelado conserva casi todo su aroma y propiedades por lo que es una excelente alternativa.
Ingredientes
- 1 Kg de mejillones
- 2 o 3 cebollas tiernas
- 2 ramitas de lemon grass
- 2 dientes de ajo
- Jenjibre
- Albahaca
- 1 guindilla fresca
- 1 cucharada de salsa de pescado
- 1 vaso grande de vino blanco
- Aceite de oliva virgen extra
Elaboración
Pelamos y picamos la cebolla, el lemon grass y el jenjibre, es suficiente con un trozo pequeño de jenjibre, no pongáis todo el que veis en la foto. Los dientes de ajo los pelamos y fileteamos y la guindilla la picamos después de haberle quitado las semillas. En la misma cazuela donde después cocinaremos los mejillones ponemos un poco de aceite y salteamos ligeramente la cebolla, el ajo, el jenjibre, el lemon grass y la guindilla, la idea es que las verduras queden cocinadas pero al dente. Añadimos a la cazuela el vino blanco, la cucharada de salsa de pescado y la albahaca picada, reservando algunas hojas para la decoración. Cuando el vino casi se haya evaporado añadimos los mejillones y tapamos la cazuela. En cuanto los mejillones se abran los servimos con su salsa en una fuente honda y decoramos con la albahaca que habíamos reservado.
El resultado es un plato muy aromático, moderadamente picante y del que se come todo, mejillones, verduras y salsa. Es una muy buena opción acompañarlo de un poco de arroz, al estilo vietnamita, o de un buen pan o incluso los podemos comer con patatas fritas como en Bélgica. En cuanto a la bebida sigo pensando que el matrimonio entre mejillones y cerveza es indisoluble.
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