Pastela, una joya de la gastronomía árabe

Me gusta la gastronomía árabe. Aunque me encantan los cuscús, tajines, falafel, hummus, etc, para mi la pastela es quizás el más especial de los platos tradicionales. La mezcla de sabores dulces y salados, el aroma de las especias, la textura crujiente de la pasta, hacen de él un plato sensual y diferente, que estoy seguro que os sorprenderá a los que no lo hayáis probado nunca. Además no es difícil de hacer, ni especialmente laborioso, ni utiliza ingredientes difíciles de encontrar, así que os animo a que lo preparéis. Como casi siempre hay muchas variantes y las recetas que se encuentran por ahí difieren, así que yo he hecho mi propia versión de acuerdo a mi memoria gustativa.





Ingredientes

- 8 hojas de pasta brick
- 2 muslos o contramuslos de pollo
- 2 cebollas medianas
- 1 diente de ajo
- Almendras en láminas
- Canela
- Cúrcuma
- Comino
- Perejil
- Cilantro
- Azúcar glass
- Aceite de oliva
- Sal
- Unas gotas de esencia se azahar (opcional)

Elaboración

Se aconseja preparar el relleno de la pastela el día de antes ya que de esta forma los sabores estarán más mezclados y potenciados, nosotros así lo hemos hecho. Lo primero que haremos será poner a cocer el pollo en agua con un poco de sal. Es importante que pongáis sólo el agua justa para que cubra el pollo ya que después el agua de cocción la vamos a utilizar y así tendrá más sabor. En unos diez minutos el pollo estará tierno, lo sacaremos y lo cortaremos en tiras muy finas, reservando el caldo. Mientras que el pollo se va cociendo en una sartén saltearemos el ajo y la cebolla hasta que ésta última esté bien dorada. En ese momento añadimos las especias y las tostamos ligeramente para potenciar su aroma. Sed prudentes con la cúrcuma pues su sabor es potente y algo amargo, con la canela sed generosos. Acto seguido añadimos el pollo, el perejil y el cilantro picados y un par de cucharadas de azúcar glass. Si no tenéis azúcar glass, como era mi caso, no tenéis más que poner azúcar blanca normal en la picadora y en unos segundos tendréis azúcar glass, debe quedar dulce pero sin exagerar. Vamos añadiendo agua de cocción del pollo para que el guiso lo vaya absorbiendo y de esta forma el relleno quede jugoso. Reservamos en un recipiente y tapamos con papel film.


Al día siguiente procedemos ya con el montaje de la pastela. Yo he utilizado un molde circular desmontable que he untado ligeramente de aceite con un pincel y espolvoreado con harina. Vamos colocando las láminas de pasta brick en el fondo del molde, colocaremos un total de cuatro láminas. La pasta brick es delicada por lo que debemos manipularla con cuidado.


Distribuimos el relleno por toda la superficie



y encima de éste ponemos las láminas de almendra, con generosidad, y un poco de esencia de azahar


Finalmente lo cubrimos todo con otras cuatro láminas de pasta brick, intentando que quede lo más cerrado posible. Yo lo que hice fue remeter un poco los bordes de la pasta hacia abajo.


Ya sólo queda hornear a ciento ochenta grados durante unos treinta minutos aproximadamente, tras los cuales la pastela debe tener este bonito color dorado



Como veis ha encogido ligeramente, ésto es normal y facilita el proceso de quitar la parte lateral del molde. Desmoldamos y espolvoreamos con azúcar glass y canela, quedando como podéis ver en la foto de cabecera del artículo. Con un cuchillo afilado, una espátula y mucho cuidado podéis servir raciones como ésta donde se ven perfectamente las capas de pasta y el relleno


La verdad es que estaba muy, muy bueno. Como punto de mejora las almendras laminadas las podría haber tostado un poco antes de meterlas en la pastela ya que algunas estaban bien tostadas y otras a medio tostar, según la zona. Es una comida que sirve a la vez de plato principal y de postre, con lo que sólo necesitaréis un buen té para sentiros en el paraíso.

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