Ciro

Ubicado en Campanar, en una zona no especialmente pródiga en restaurantes, encontramos éste local que basa su oferta en varios menús degustación largos y estrechos, algunos restringidos al mediodía y otro para las cenas, consistiendo éste último en seis entrantes, un plato principal y tres minipostres. Echamos en falta disponer de al menos un par de opciones para el plato principal pero de esto hablaremos más adelante. Un punto muy interesante cuando nos interesamos por las cervezas es que disponen de cervezas artesanales valencianas de gran calidad como la Socarrada, la Galana, etc. El primer entrante consistió en un sashimi de pulpo con tomate seco y habitas



El pulpo crudo y lo subrayo porque no es nada habitual comer este cefalópodo en este estado, estaba cortado en láminas finísimas, transparentes, lo que sólo puede conseguirse congelándolo y usando el cortafiambres eléctrico. A pesar del buen contraste con el dulzor del tomate seco, el pulpo estaba salado en exceso lo cual impedía percibir de forma nítida su sabor. Un inicio preocupante que afortunadamente dió paso a momentos mucho mejores.

El Brioche al vapor con panceta en salsa hoisin



me pareció un bocado muy apetitoso y bien conseguido, mucho menos grasiento de lo esperado y en este caso correctamente sazonado, me habría comido más de uno. Eso si, sugeriría cambiar el azulejo en el que venía servido por otro soporte, la verdad es que no resultaba nada bonito.

La Coca de maíz con boquerón, cebolla confitada y tapenade


me gustó, empezando por el crocante maíz, los sabrosos boquerones y el buen maridaje con la cebolla y la aceituna negra. Dos peros sin embargo podríamos ponerle, uno que la masa estaba un pelín aceitosa, yo creo que por no haberse escurrido del todo el aceite de confitar la cebolla, y el otro que esas bolitas rojas, esferificaciones industriales que simulan huevas de pescado, restan credibilidad y seriedad al plato. En caso de no disponer de un determinado producto, siempre es preferible prescindir de él que usar un sucedáneo.

En la Empanadilla con salmón y wakame


volvemos a encontrarnos con las susodichas bolitas al mismo tiempo que en lugar de alga wakame nos encontramos con un producto elaborado, que a veces se denomina goma wakame y que para entendernos vendría a ser una especie de "surimi de algas". Aunque está bastante mejor que el surimi de pescado, en mi opinión no causa buen efecto, a pesar de que en no pocas ocasiones me lo he encontrado acompañando el sahimi por ejemplo, aunque nunca en restaurantes asiáticos de nivel. La salsa roja sabía a pimiento rojo asado y el conjunto estaba bien a pesar de que la contundencia y el contenido graso del salmón quizás no lo hace el pescado más adecuado para obtener una empanadilla más ligera.

La Patata "trufada" con morcilla y yema de huevo



resultaba muy agradable, la patata no era pesada, tierna pero no aceitosa, y el porcentaje de morcilla no era excesivo, lo cual agradezco. Al mezclarla con la yema de huevo te da el típico subidón que proporcionan los huevos rotos cuando la patata, o lo que sea, entra en contacto con la yema. Menos es más, como tantas otras veces.

Las Albóndigas con sepia



o albondiguillas por su pequeño tamaño, es un plato clásico y suculento, llevado aquí al formato tapa. La salsa, espesita y oscurecida por la cebolla tostada y seguramente el vino tinto, estaba de toma pan y moja, que fue justamente lo que hicimos. Interesante reencontrarse con estos sabores clásicos y autóctonos pero últimamente bastante olvidados debido a la invasión de lo oriental y lo latino.

En cuanto al plato "principal", es bastante curioso que sea del mismo tamaño que los entrantes. Resulta cantidad suficiente después de todo lo comido anteriormente pero llama la atención. La Carrillada de ternera estaba buena



los guisantes al dente también, siendo el cremoso de patata lo más flojo en mi opinión. Las setitas le aportan un punto de sabor y un contraste de textura ideal a la carrillera. Eso si, estaba un poco al límite, una pizca más de sal la hubiese hecho salada en exceso, hay que vigilar este punto.

En cuanto a los minipostres nos resultó también bastante chocante que a pesar de no poder elegirlos no eran los mismos en todas las mesas.


Muy agradable la crema de fruta de la pasión con cremoso de yogur, la acidez de la fruta la hace refrescante e invita a tomarlo en primer lugar. Buena la trufa rebozada en polvo de quicos, con una textura que está a medio camino entre la ganaché y la mousse y un potente sabor a cacao. Incomestible, y de hecho se quedó en el plato, las "gachas dulces", masa empalagosísima y átona sólo adecuada si sufrís una lipotimia.

En conjunto una cena con altibajos pero con un nivel medio bastante bueno y una relación calidad precio excelente. Me gustaría volver de aquí a un tiempo y comprobar los nuevos menús. ¿Y si de paso me los vas contando tú?




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