Lo vivido anoche en éste restaurante de comida mexicana parece sacado de un manual de cómo no debe gestionarse un restaurante, fue un desastre anunciado ya desde las primeras impresiones pero que se fue agravando hasta alcanzar un culmen apoteósico. En primer lugar, el restaurante tiene muchas más mesas de lo razonable para un espacio tan reducido, están pegadas las unas a las otras de una forma casi grotesca, las mesas, acorde al conjunto del local, son impresentables, mesas de chiringuito playero con la marca de cerveza que las regala transparentándose a través del mantel de papel, las sillas plegables son rabiosamente incómodas, imposible apoyar la espalda de ninguna forma. Pero lo peor sin duda es la escasez de personal para atender a tanta gente, personal además con escasa o nula preparación y pésimamente dirigidos, o más bien sin dirección alguna. El servicio fue caótico, más de media hora para que trajesen algo de lo que habíamos pedido, camareros desorientados preguntándonos en cuatro o cinco ocasiones durante la cena si algún plato que no habíamos pedido era para nosotros...y lo que ya fue de traca es que, al final de la cena y después de haberles recordado en tres o cuatro ocasiones que habíamos pedido un "Ceviche Acapulco" (que siempre era contestado con un "está a punto de salir") llega una chica y nos dice que no estaba anotado...¿es posible ser más negligente e incompetente?
Hablemos un poco de comida también, probamos tres tacos distintos, de Pastor, Cochinita Pibil y Tinga de pollo
Muy bueno el de Cochinita Pibil (la cochinita es quizás mi comida mexicana favorita), bastante bueno el taco al estilo Pastor, aunque no tengo claro si tradicionalmente lleva taquitos de piña y mediocre el de Tinga, poco más que pollo con un salsa de tomate picante que no convencía nada.
En cuanto a las quesadillas
muy floja la de champiñones (yo creo que eran de lata) y bastante mejor la de huitlacoche, producto éste último que debéis probar si no lo habéis hecho ya, se trata de unos hongos de color gris oscuro que salen en las mazorcas de maíz. No es buena idea poner el pico de gallo encima de las quesadillas ya que reblandecen la tortita, mejor ponerlo a un lado.
Y en cuanto al huidizo Ceviche Acapulco
atractiva decoración, si exceptuamos el paquetito de crackers, pero terriblemente dulzón, se suponía que era con zumo de tomate pero la inclusión de ketchup o alguna otra salsa cargada de azúcar lo hacía incomible, al menos para mi paladar. Tanto esperar para esto, cruel burla del destino.
En definitiva, una auténtica demostración de como la avaricia empresarial y la mala gestión pueden convertir un restaurante (de éxito a juzgar por la cantidad de gente que había cenando y la que estaba en la puerta esperando para hacerlo) en un sitio del que desees huir y no volver jamás.
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