El menú comenzó con un Ajo Blanco con tartar de quisquillas
el tartar estaba sabroso, muy bien aliñado, los costrones y el resto de cositas armonizaban a la perfección, el ajo blanco muy fino y suave. El ajo blanco es una elaboración que me encanta, yo suelo combinarlo con frutas pero con cualquier crustáceo va genial como en éste caso. Suele servirse frío, aquí iba a temperatura ambiente, probablemente con el objetivo de respetar la delicadeza de la quisquilla, lo que si que eché definitivamente de menos fue un pelín de vinagre de jerez ya que a mi entender potencia mucho el sabor del ajo blanco, aquí la acidez no se percibía. En cualquier caso un plato muy agradable.
El Calamar relleno de ensalada con crema de aguacate
La Merluza frita con emulsión de pimiento verde y gelatina de mistela
es un plato que me tocó la fibra sensible. Cuando con unos pocos elementos sencillos se consigue un plato tan espectacular sabes que hay un gran cocinero detrás, Jesús Ribes en éste caso. Finísimo y crujiente rebozado en el exterior, sabor y jugosidad en el interior (un buen producto también , desde luego), que cuando se mezcla con el dulzor del pimiento y la mistela y esa textura untuosa te deja cerca del Nirvana.
El Conejo al ajillo con allioli de ajo negro
es otro de esos platos que permanecerá indeleble en mi memoria. El conejo perfecto de punto de cocción, muy tierno, la salsa concentrada y deliciosa, la untuosidad y el aporte de sabor del allioli, un plato de diez.
El Pescado de lonja (sargo si no me equivoco) con jugo de chirlas e hinojo
llevaba una salsa líquida, básicamente el jugo de las chirlas mezclado con hinojo en esa práctica cavidad que tiene el plato, además de una crema de hinojo, habitas y espárragos verdes. Todo muy bueno, quizás la crema me convenció un poco menos. El sargo, que es un pescado que tiene su complejidad para cocinarlo ya que puede quedar correoso con bastante facilidad, aquí estaba muy bien hecho.
En los postres pudimos probar la Torrija con helado de turrón
correcta sin más, no destaca en ningún aspecto, y la Tarta de frutos rojos
que combina un hojaldre con una crema de frutos rojos, un helado, etc, estaba mejor que la torrija pero tampoco es un gran postre y no está al nivel de los platos salados.
En definitiva, una cena que transcurrió dentro de un nivel de calidad alto con algunos momentos sublimes y que deja una gran curiosidad por conocer otras creaciones, presentes y futuras, de éste talentoso cocinero.
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