El hotel Reina Victoria, en cuyo interior se ubica The Little Queen, fue, tras su inauguración en 1913 y durante muchos años, el hotel más lujoso y exclusivo de Valencia. Además de congregar a lo más selecto de la sociedad valenciana y española de la época en él se alojaron personalidades como Federico García Lorca, Jacinto Benavente, Robert Cappa o Ernest Hemingway, de quien se dice que escribió su novela Fiesta a ratos en su habitación y a ratos en el bar del hotel. En los últimos tiempos el hotel fue declinando hasta que finalmente, y tras un siglo de actividad, las pérdidas llevaron a su cierre y subsecuente deterioro. Sin embargo hace poco más de un año el hotel ha vuelto a abrir sus puertas, rehabilitado y remodelado, de la mano del grupo hotelero One Shot, nuevo propietario del inmueble y que para poder ofrecer una gastronomía a la altura de las circunstancias ha confiado en la empresa Gourmet Catering & Espacios, responsable de la gestión gastronómica en espacios tan representativos como el Palau De les Arts Reina Sofía (a través del restaurante Contrapunto Les Arts) y el Palacio de Congresos, entre muchos otros. The Little Queen es un restaurante atípico, su comedor, que ocupa la primera planta del hotel, es enorme pero está perfectamente dividido en diferentes espacios por lo que resulta cómodo, acogedor y también discreto ya que la distancia entre mesas es mayor de lo habitual. La decoración de estilo colonial está muy cuidada y no falta absolutamente ningún detalle, podemos decir que de entrada es un sitio en el que apetece sentarse a comer relajadamente. La cocina está dirigida por Pablo Ministro, quien también dirige Contrapunto Les Arts, de hecho en la carta encontramos varios platos que también están o han estado en la carta de Contrapunto. Una vez que os hemos introducido un poco en el contexto pasamos ya a contaros lo que hemos comido que al final es por supuesto lo más importante.
El aperitivo de la casa consistió en una Cremita de huevo frito con patatas paja y polvo de jamón
agradable, especialmente las patatas, pero como era de esperar al deshidratar el jamón la sal se concentra y resulta demasiado salado para mi gusto.
El primer entrante fueron unos Callos marinos con plancton y verduras marinas.
fue sin duda el plato más flojo, me esperaba un plato de callos de bacalao, que se elabora con la vejiga natatoria de éste pez, pero si realmente eran callos la cantidad era tan pequeña y en trozos tan diminutos que apenas sea apreciaba, era más guisito "marinero" de garbanzos con plancton que no estaba mal pero que tampoco convencía. El crujiente de bacalao, hecho con la piel suflada y frita tenía un sabor entre rancio y amargo, no estaba bueno.
Por contra el Tuétano a la brasa con navajas y vinagreta de yuzu
estaba delicioso. El tuétano no gusta a todo el mundo pero a mi es un bocado que me encanta. Estaba tierno, sabroso, untuoso, con ese aroma tan especial de la brasa, buena combinación con los trocitos de navaja y de piparra. Si como tuétano tan pocas veces en sin duda por la dificultad de encontrarlo en las carnicerías para el consumidor particular. Si queréis podéis aprovechar para haceros una foto mordiendo el hueso como si fueseis un troglodita, será sin duda una estampa curiosa...
Llegamos a los platos principales y empezamos por el pescado, concretamente la Lubina con tallarín de calamar y jugo marino
La lubina, tanto por textura y sabor como por el tamaño que se intuye por la forma del corte está claro que ha nadado en el mar y no en una piscina de acuicultura, estaba jugosa y con un buen punto de cocción. Los tallarines de calamar además de tener un vistoso color rojo, ¿jugo de remolacha quizás?, estaban muy buenos, con una textura muy suave. El jugo de lubina era sabroso y delicado, con toques ahumados. En conjunto un muy buen plato, con un excelente producto y bien elaborado.
La carne era una Presa ibérica marinada con pesto rojo, ajo negro y papas arrugás
La presa ibérica es una de mis carnes favoritas, a pesar de no ser muy carnivoro. Os puedo decir, sin temor a equivocarme, que ésta es la mejor presa que he comido en mi vida, una carne de calidad excepcional magníficamente realzada con unos acompañamientos sencillos que resultan perfectos, un plato no mejorable que seguramente recordaré mucho tiempo.
Tenía claro que quería pedir el postre "Verde que te quiero verde" ya que leyendo sus ingredientes tenía sabores cítricos que me resultaban muy atractivos pero no pude hacerlo ya que parece que están renovando un poco la carta y éste se ha caído. Casi por descarte acabamos pidiendo el Carrot Cake
que resultó una gratísima sorpresa ya que mejoró todas las expectativas. Así como el carrot cake a veces puede resultar un poco seco y correoso este estaba jugoso y suave, la gelatina y el helado, ambos con sabores cítricos, lo hacían ligero y refrescante. Un postre muy bien conseguido en todos los aspectos.
En resumen una cena rallando siempre a muy buen nivel, si exceptuamos los callos marinos bajo mi punto de vista. Dejaremos para una próxima ocasión otros platos de Pablo Ministro de los que se ha hablado mucho como el "Olé mis huevos" o los "Peces Mutantes (homenaje a Mutantes SA)", aunque no lo conozco personalmente parece que no le falta sentido del humor a tenor del nombre que le da a muchos de sus platos. Una buena experiencia en todos los aspectos, atentos usuarios del tenedor ya que según el día y la hora de la semana en que vayáis podéis disfrutar de un importante descuento, al menos en este momento.
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